miércoles, 15 enero, 2025
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Dónde está Puigdemont? El exlíder catalán volvió a España, encabezó un acto y se esfumó para huir del arresto

BARCELONA.- Los catalanes no conseguirán la independencia, pero su política se ha convertido en una especie de serie de suspenso digna del mejor guionista. En su retorno a Cataluña tras casi siete años de exilio, el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont participó el jueves por la mañana en un mitin en Barcelona arropado por miles de seguidores. Cuando todo parecía indicar que sería detenido, Puigdemont desapareció de forma misteriosa. Desde entonces, se han movilizado todos los cuerpos policiales para descubrir su paradero. Mientras tanto, el Parlamento catalán celebraba un pleno para investir a su adversario, el socialista Salvador Illa.

Exiliado en Bélgica desde la celebración del referéndum ilegal de independencia de 2017, Puigdemont se enfrentaba a un probable arresto con su retorno a Cataluña, ya que el Tribunal Supremo se niega a aplicar la ley de amnistía aprobada por el Congreso el pasado otoño boreal. Durante la campaña de las elecciones catalanas del pasado 12 de mayo, el expresident, que encabezaba la lista de su partido, Junts per Catalunya, prometió que volvería al país para el pleno de investidura incluso en caso de derrota, tal como terminó sucediendo.

La jornada se inició según el guion previsto: miles de personas se congregaron en las inmediaciones del Parlamento de Cataluña para recibir a Puigdemont, que realizó un breve discurso de unos diez minutos con un marcado tono reivindicativo. “Hace siete años que nos persiguen por querer escuchar la voz del pueblo de Cataluña, hace años que empezó una durísima represión”, dijo el expresident. “Han convertido ser catalán en una cosa sospechosa. Todavía estamos aquí porque no tenemos derecho a renuncia”, lanzó ante una multitud enfervorizada.

Luego, cuando se esperaba que Puigdemont se dirigiera al Parlamento en una comitiva formada por los diputados de su partido y se procediera a su arresto, el expresident se esfumó en un acto propio de un ilusionista. Un país entero se sumió en un estado de estupefacción: ¿cómo consiguió burlar el enorme dispositivo policial y mediático? Mientras los analistas trataban de comprender el último golpe de efecto del líder catalán, en la cámara legislativa, se desarrollaba el pleno de investidura del socialista Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Pero el interés no estaba en el hemiciclo. Puigdemont le había robado todo el protagonismo a Illa.

Desde entonces, nadie, ni la policía, ni las docenas de periodistas que cubrían su retorno tenían ni remota idea de dónde se hallaba. Los Mossos d’Esquadra, la policía autónoma catalana, activó el dispositivo gàbia (“jaula” en catalán), que incluye la realización de estrictos controles en las principales vías de comunicación catalanas, sobre todo en los accesos a Barcelona y cerca de la frontera con Francia. Enseguida, se comenzaron a formar atascos paralizando el tránsito en el cinturón de circunvalación de la capital catalana.

Sin embargo, el esfuerzo parecía ser totalmente infructuoso. Los medios y redes sociales españoles se enfrascaron en un frenesí de hipótesis, críticas y expresiones de asombro. “Una humillación insoportable. Otra más. Es doloroso asistir en directo a este delirio del que Sánchez es el máximo responsable”, reaccionó el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, en un mensaje en la red X. El PSOE, por su parte, guardaba silencio.

Un agente de los Mossos -la policía catalana- fue detenido por presuntamente colaborar en la huida. Según la prensa local, el agente era dueño del vehículo en el que habría escapado Puigdemont.

Pero más allá de las maniobras de distracción de Puigdemont, el hecho más trascendental del día es que, con su investidura, Illa se dispone a romper la hegemonía que había ostentado el independentismo en el gobierno catalán durante más de una década.

Los agentes de los Mossos d’Esquadra de la policía regional catalana controlan los coches que salen de Barcelona en un control de carretera en la avenida Meridiana de Barcelona el 8 de agosto de 2024MANAURE QUINTERO – AFP

“Ha llegado la hora de unir la Cataluña de los ocho millones”, dijo Illa en su discurso de investidura, en el que reivindicó la “nación abierta y diversa” que es Cataluña y apostó por una mejora de los servicios públicos. Su llegada al Palau de la Generalitat es posible gracias a los acuerdos trabados con dos partidos de izquierdas, la filial catalana de Sumar y con los independentistas de Esquerra Republicana (ERC).

El incierto futuro de Puigdemont no es solo materia de entretenimiento y tertulia, sino que puede tener un impacto directo en la continuación del gobierno de Pedro Sánchez o la convocatoria de elecciones anticipadas. Los siete diputados de Junts, el partido del expresident, son imprescindibles para la aprobación de cualquier ley, incluidos los presupuestos, a menos que no se produzcan “pactos de Estado” entre el PP y el PSOE, un escenario improbable habida cuenta de la dura oposición de Feijóo.

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