domingo, 6 octubre, 2024
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Chocolate mete miedo, Sergio Massa reza por el dólar y el Instagram de una modelo desata otra crisis en el PJ

Silencio. Veinte días de silencio.

Los pasillos de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires lucen desiertos, como si alguien hubiera dado la orden de que nadie asome a la superficie. Si se pudiera hacer una comparación entre los trabajadores registrados y los que pueden cruzarse desde que se reveló que un puntero del PJ vaciaba los cajeros automáticos de empleados fantasmas, la diferencia desencadenaría un escándalo extra. En el Palacio de la Avenida 53 de La Plata, un edificio de arquitectura neoclásica con minucias del romanticismo alemán, las voces hacen eco como en un templo vacío. Apenas se ve a algún mozo que cruza de una oficina a la otra con tazas de café. La mayoría de los diputados decidió no concurrir a sus despachos para no verse con periodistas y sus asesores transitan en puntas de pie. A muchos les aconsejaron que se tomen licencia o que trabajen en modalidad home office, aunque hubo rebeldía de parte de quienes se resisten a ser confundidos con ñoquis. “Si querés hablar, vamos afuera. Vení, que estamos todos perseguidos”, dice uno de ellos y enciende un cigarrillo. La mancha venenosa se esparce, a solo tres semanas de las elecciones, y no distingue colores partidarios.

El caso se conoció el martes 12 de septiembre, cuando en TN se mostraron por primera vez las imágenes de Julio Segundo Rigau sacando 1.257.000 pesos de los cajeros ubicados en pleno centro platense y metiéndolos en una bolsa de nylon, mientras guardaba las tarjetas y los tickets de las extracciones en un sobre. Eran 48 plásticos del Banco Provincia. En el expediente se habla de 49: una pertenecía al propio Rigau, del Banco Macro, que no llegó a usarse. Un linyera que dormía en el banco dijo que lo vio sacar plata sin parar durante varios días seguidos. Le pidió una limosna, el hombre se negó y eso provocó su enojo. En la grabación se observa a Rigau pasando de un cajero a otro, hablando con la gente, sin ningún apuro. Hasta que entra la Policía y lo detiene.

Desde entonces, la política está sumergida en el pánico. Hubo una reacción instantánea y corporativa, quizá propia de una Legislatura que acumula muchos años de engrosar cajas negras, y donde habitan legisladores que pueden atravesar un período entero sin presentar un solo proyecto o, incluso, sin pisar La Plata, pese a estar mejor pagos que los diputados nacionales. “Que nadie hable nada”, fue el mensaje que cruzó de un bloque a otro. Los mensajes circularon bajo un estricto hermetismo, producto del temor a que se filtre algún chat. Hubo, al menos, una comunicación entre los máximos jefes legislativos del radicalismo, del PRO y del peronismo bonaerense para coordinar la comunicación o, mejor dicho, la no comunicación.

Esa fue la primera rareza: Rigau, un electricista de 65 años que figura como empleado de la Legislatura, milita para el concejal peronista Facundo Albini, del Frente Renovador, que va en la lista del ministro de Justicia de Axel Kicillof, Julio Alak. Es hijo de Claudio Albini, un viejo conocido de Sergio Massa. Todos, incluido Kicillof, que no habló una palabra del tema, apostaron a la disolución mediática. Los candidatos presidenciales tardaron en reaccionar. Hasta La Libertad Avanza, que parecía tenerla servida, difundió un más que tibio comunicado. Ninguno contaba con un detalle: el caso Chocolate se clavó como una flecha en el corazón de las audiencias.

En la Provincia, cada diputado tiene a disposición empleados de planta que pasan de gestión en gestión, pero, a la vez, todos cuentan con tres mil módulos por mes que pueden repartir como se les dé la gana y que, tras un acuerdo en el bloque, se amplían a 4.500. Cada módulo es de 1.746 pesos; quiere decir que cada legislador dispone, por treinta días y renovables mientras dure su mandato, de un presupuesto de hasta $7.857.000 para contratos. También pueden distribuir subsidios y becas. Es un cóctel de puestos, poder y dinero. “La piñata”, lo llaman graciosamente. Difícil justificar tantas bondades. Las que se ven y las que no se ven. Este año, la Cámara de Diputados bonaerense sesionó una sola vez, el 12 de abril. Un auténtico récord.

Chocolate, como llaman a Rigau, mete miedo. Su celular está en manos de la Justicia. Se abrirá un nuevo mundo cuando se conozca su red de contactos. No solo Chocolate es el problema. Son los Chocolates. ¿Cuántos personajes así hay que se mueven en la oscuridad y que asoman como el eslabón más débil de la rueda? El juez de Garantías Guillermo Atencio, cuando le negó la excarcelación a Rigau, dijo: “Estamos frente a un inmensurable caso de corrupción”. A Chocolate lo dejaron libre porque “los policías no tenían orden de requisa”. Otro récord: el de los camaristas Juan Alberto Benavides y Alejandro Villordo, que lo liberaron tras doce días de detención.

En Juntos por el Cambio se despertaron en las últimas horas. De apuro, difundieron que preparan un proyecto para modificar la Constitución bonaerense que permita pasar de un sistema bicameral a uno unicameral, con la idea de reducir los gastos de la política. Habrá que ver para creer. Las reformas constitucionales, sean en la provincia que sean, siempre son tentadoras para la dirigencia. El escándalo tiene ramificaciones que podrían seguir destapando los sótanos de la corrupción política.

Massa afirmó, a través de su equipo, que lo quieren embarrar con esa causa. Podría haberlo dicho él mismo, pero tampoco dijo nada. Sus colaboradores sostienen que el ministro de Economía está creciendo en las encuestas. Hay operadores que le hacen el juego y distribuyen sondeos que respaldan esas palabras. Son los mismos que decían que Milei estaba tercero con menos de 20% antes de las PASO. Y los que afirmaban que la interna Bullrich-Rodríguez Larreta era voto a voto.

Massa está apremiado por el dólar. Cada vez que sube el paralelo y la brecha con el oficial se estira -hoy está en el 129 %-, los precios no tardan en pegar un salto. El FMI ya advirtió muchas veces sobre la brecha. En noviembre habrá una nueva auditoría. El mercado tiembla. Más que pensar en el día después de las elecciones, como se decía hasta ahora, hay especialistas que prefieren detenerse en el día a día. Medido en tiempos del mercado, falta una eternidad para el 22 de octubre. Hace una semana el dólar blue estaba en $ 745; el viernes cerró a $ 800. Cuando asumió Massa, hace poco más de un año, se compraba a $ 298. Las reservas eran positivas en más de 7 mil millones de dólares; hoy son negativas en 13.535 millones.

El miércoles se conoció el número de pobreza, que afecta a 18,5 millones de personas. El 40,1% de la sociedad vive en hogares precarios y los más afectados son los chicos y los adolescentes. Todavía resta por verse el impacto de la devaluación del 22% que se decretó en agosto. Contra eso también pelea Massa. El ministro dice que lo peor ya pasó y uno de sus principales eslóganes de campaña es: “Lo que viene es mejor que lo que termina”. Menos mal.

El tigrense dice que entrará al balotaje con Milei. Es un pacto no escrito con el libertario, que también lo prefiere a él como rival. Habrá que ver cómo mueven las fichas esta noche, en el primer debate por TV, en Santiago del Estero. ¿Se elegirán mutuamente como adversarios para minimizar a Bullrich? Es una advertencia que le hicieron a la candidata de Juntos.

A Bullrich le quedan tres semanas para seducir al electorado de Rodríguez Larreta y, sobre todo, a la masa de votantes que no fue a votar. En 2015 y 2019 hubo un incremento entre las primarias y las generales que beneficiaron a Mauricio Macri. En agosto pasado votó el 69% del padrón; si se repite la tendencia de las últimas dos elecciones presidenciales, la participación en octubre podría trepar hasta el 80%. Además, hay un universo interesante de votantes que se inclinaron por postulantes que no llegaron al piso exigido por ley para entrar en las elecciones generales. Son 744 mil personas. El número es significativo porque en las PASO Milei sacó 7.352.244 votos; la suma de Larreta y Bullrich dio 6.895.941 y la de Massa y Grabois, 6.719.042.

Después de varias semanas de tensión, que terminaron con un diálogo difícil y a solas entre ellos, Macri salió a la calle a hacer campaña por Bullrich. Se concentró en Córdoba, su tierra prometida, donde recorrió siete ciudades. Hubo cordobeses que subieron a sus redes videos en los que Macri los toma por asalto en estaciones de servicios y bares y les dice: “¿Por qué me abandonaron?”. Fue la manera que encontró para pedirles a los votantes de Milei que giren en octubre en favor de su ex ministra. Macri sigue sin pegarle de frente a Milei. Su apuesta es que Bullrich y Milei marginen al kirchnerismo del balotaje.

Milei permaneció casi desaparecido esta semana. Se especuló fuerte, principalmente en las redes sociales, sobre su estado. Milei estuvo entre el domingo y el jueves en la casa de su novia, Fátima Florez. Durmió allí todos esos días y el jueves volvió a su casa para entrenar para el debate. Sus asesores sostienen que no debe cometer errores “porque va ganando” y que por eso se apartó de la escena pública.

A horas del debate, se conoció otro escándalo. Martín Insaurralde, el jefe de Gabinete de Kicillof, se fue a pasear a Europa en un barco privado con la modelo Sofía Clerici. Ella subió las fotos a Instagram. La del funcionario y la de una serie de regalos carísimos que le habría hecho él.

El peronismo, que ya estaba en crisis, acaba de ingresar en una nueva fase, delicadísima e incierta. A Massa, y sobre todo a Cristina -que designó a dedo a Insaurralde en el Gabinete de Kicillof tras la derrota electoral de 2021-, le explotó una nueva bomba. Kicilloff le preguntó ayer a Cristina si podía echar a Insaurralde.

El PJ arde. La Argentina se desangra.

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