martes, 26 agosto, 2025
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El Gobierno teme que la desmentida de «Lule» Menem no alcance para proteger a Karina

La discreción de aquellos políticos que abrazan su profesión y prefieren actuar bajo la figura de «monje negro» tenía, hasta ayer, un cultor preciado por los hermanos Milei en la figura de Eduardo «Lule Menem», subsecretario de Gestión Institucional del Gobierno y principal referente político de Karina Milei, Secretaria General de la presidencia.

A los «monjes negros» usualmente nadie los vota porque la mayoría de la población no los conoce y todos los gobiernos democráticos a la fecha los tuvieron. Dirigentes como Enrique Nosiglia o Carlos Zanini fueron ejemplos perfectos de actuación política en las sombras que aún, hoy, continúan ejerciendo.

Eduardo «Lule» Menem: el «monje negro» del Gobierno, al descubierto

Porque para alcanzar esa posición en el Poder Ejecutivo hay que contar con un currículum previo de discreción y negociaciones políticas privadas exitosas, además de respetar el código necesario para llevar a cabo difíciles misiones en secreto. 

El analista político, Alfonso Araujo López, precisa: «La acepción griega del monacato, significa persona solitaria. En política, son secretarios particulares y esta nueva definición hacia el Secretario Particular, que no todos lo tienen, es aplicable hacia aquellos cercanos al poder y que se mueven como operadores políticos», precisa el estudioso de origen mexicano.

Es la figura que describe a la perfección la estampa de Lule Menem, que debió infringir una norma que descubre la capucha del monje negro y deja al descubierto el rostro pero, fundamentalmente, la voz del operador político. Y, ante el escándalo de las supuestas escuchas del extitular de la agencia de discapacidad, Diego Spagnuolo, Menem tuvo que salir a la luz y hablar.

Los audios en los que Spagnuolo revela un presunto circuito de pago de coimas que terminarían por ascender hasta las oficinas de Karina Milei en Casa Rosada dejaron en el ojo de la tormenta a Eduardo Lule Menem.

El Gobierno, en crisis, tras los escándalos en Discapacidad

«Esta gente está choreando. A mí me están desfalcando la Agencia. Milei no está metido, pero es toda la gente de él. Van a pedirles guita a los prestadores. Hay un tipo que maneja la caja. ¿Vos viste la entrevista que me hizo (Alejandro) Fantino? Dice ‘Diego, vos sos bueno, pero hay gente con voracidad genética. Vos tenés chorros en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, y en Lules, provincia de Tucumán’. O sea, lo nombró concretamente», dice Spagnuolo en uno de los audios que publicó este martes el streaming Carnaval.

Ser un monje negro significa enmarcarse de una aura de influencia y de poder y que se convierte en una figura imprescindible en cualquier medio, más aún, en la toma de decisiones importantes. El tener un monje negro, clarifica sus cualidades: lealtad, inteligencia, disciplina, eficacia y responsabilidad. Formas que lo conducen a la información que obtienen, que generan y que se les dicta en función de las tareas que realizan. Sus funciones están sujetas a las instrucciones recibidas, en este caso de los hermanos Milei.

Lule eligió la vía negativa para su presentación pública. Negó todo. «Fingió demencia», dirían los pibes. En realidad demencia de otros operadores que Lule Menem y su primo Martín, presidente de la Cámara de Diputados de la Nación y con aspiraciones de gobernar La Rioja, ubicaron en el bando kirchnerista.

No está demasiada clara la alusión al kirchnerismo como origen de las escuchas difundidas por el locuaz Spagnuolo. Más allá de la presentación judicial en los tribunales de Comodoro Py del abogado Gregorio Dalbón. Algunos analistas parlamentarios se preguntan «si todo fue orquestado por el kirchnerismo ¿por qué sacrificaron a Spagnuolo y al director de Acceso a la Salud de la Andis, Daniel María Garbellini, echándolos como dos perros rabiosos?

La desmentida de Lule, por la vía negativa, no cierra del todo. El dirigente riojano expuso en un tuit, con formato de comunicado, lo siguiente: «Jamás imaginé tener que salir a desmentir una burda operación política del kirchnerismo, a la que se sumaron algunos medios, dirigentes y periodistas, utilizándola para intentar manchar la honestidad y la imagen de un gobierno. Por el tamaño de dicha operación es que me veo en la obligación de manifestarme al respecto».

«No puedo hablar ni aseverar nada acerca de la autenticidad o no de los audios que circulan, pero sí puedo asegurar la ABSOLUTA FALSEDAD DE SU CONTENIDO. Jamás tuve intervención de ningún tipo en las contrataciones del Andis. Ni de manera formal ni de manera informal. Nadie me mencionó ningún hecho de corrupción, ni tampoco tuve conocimiento alguno de que algo ilícito ocurriera en el Andis ni en ningún otro organismo del estado. Jamás hablé con Karina Milei o con el presidente de la Nación sobre prestaciones, contratos o la actividad particular del Andis».

«Conozco el trabajo que lleva adelante este gobierno contra la corrupción y no dudo de la integridad de ninguno de los funcionarios mencionados. No es casualidad que este tipo de maniobras aparezcan justo dos semanas antes de las elecciones de la provincia de Buenos Aires, último reducto del kirchnerismo. Ya estamos acostumbrados a estas prácticas que solo buscan dañar la imagen del Gobierno para obtener un rédito meramente electoral. Nada de lo que hagan frenará la lucha que estamos llevando adelante».

Lule Menem utilizó la palabra «no» casi de manera constante, pero también, las palabras «jamás», con el énfasis que implica o la conjunción que implica negación «ni» o el apócope de ninguno, «ningún» para señalar su inocencia y la de otros funcionarios señalados, en lo que entiende que son artículos de prensa producto de operaciones políticas.

Nada dice acerca de la autenticidad de los audios. En ese punto la vía negativa no alcanza y será la Justicia la que deba determinar su veracidad. Si llegaran a ser auténticos, reforzando la presunción que tiene casi todo el arco político y buena parte de la opinión pública, se analizará si lo que se dice en ellos es falso. 

Diego Spagnuolo: ¿»topo» kirchnerista?

En ese caso, si se sigue el pensamiento de los Menem, Spagnuolo habría sido un «topo» kirchnerista al servicio de la expresidente, Cristina Kirchner, detenida en su domicilio.

Una cuestión tremenda teniendo en cuenta que está chequeado que Spagnuolo era un funcionario de extrema confianza presidencial y, en definitiva, abogado personal de Javier Milei. Visitaba Olivos asiduamente, donde permanecía hasta altas horas de la madrugada con el Presidente.

Y, desde luego, el monje negro desencapuchado nada dijo acerca de la extraña conducta de los hermanos Kovalivker, al frente de la droguería Suizo Argentina, involucrada en los audios del escándalo. Uno de ellos intentó alejarse lo más posible de su hogar con miles de dólares en sobres que seguramente no eran para periodistas, como suele decir Milei, y se mostraron más preocupados por preservar sus teléfonos celulares de la Justicia que cualquier otra cosa.

Un monje negro con una representación importante, siempre es bien recibido y atendido por quien acusa recibo. Su lema es «todo fuera de cámara».

Ese lema es el que acaba de perder Lule Menem, que por primera vez en su extensa carrera política, alejado de los reflectores, se encuentra a la defensiva y tratando de evitar a aquellos dirigentes de su propio bando que le piden que de un paso al costado para descomprimir la situación y preservar a Karina Milei, la poderosa secretaria general, a la sazón, hermana del Presidente.

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