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Frankenstein, la nueva película de Guillermo del Toro que se estrenará en noviembre en Netflix, es uno de los proyectos más esperados del año tanto para la plataforma como para los fanáticos del cine del director mexicano y los aficionados al terror. El film, uno de los más ambiciosos de la carrera de Del Toro que lleva décadas planeándolo, estuvo a punto de cancelarse apenas un mes y medio antes de comenzar el rodaje. Con Oscar Isaac en el papel del doctor Victor Frankenstein y los sets en Canadá listos para el inicio de la filmación, Del Toro se quedó sin su monstruo. Andrew Garfield, quien llevaba más de un año contratado para interpretar a la criatura nacida de la imaginación de Mary Shelley dejó el proyecto por un problema de agenda ocasionado por las demoras surgidas a raíz de la huelga de guionistas y actores ocurridas durante 2023 en Hollywood.
Con seis semanas para encontrarle reemplazo Jacob Elordi, el actor australiano famoso por la serie Euforia, los films juveniles El stand de los besos y sus notables interpretaciones en Saltburn y Priscilla, se convirtió en la mejor opción. El problema era que a pesar de que el físico del intérprete, mide casi dos metros, encajaba con la idea del monstruo que tenía Del Toro, lo cierto es que el director y Mike Hill, el especialista en maquillaje y prótesis con el que suele trabajar, ya llevaban 9 meses perfeccionando el aspecto de la criatura a medida de Garfield. “Contratamos a Jacob y tuvimos 9 semanas para preparar todo para él. La presión no podría haber sido mayor”, explicó el director mexicano en el reportaje de la revista Vanity Fair publicado hace pocos días en el que también se reveló la primera imagen del monstruo en cuestión. Tanto Del Toro como su equipo lograron superar las dificultades del cambio que terminaron por celebrar.
El caso de Frankenstein y su reemplazo de último momento no es el primero de su tipo que ocurre en la industria del cine y ciertamente no será el último. Lo que sigue son algunos de los ejemplos más resonantes de actores que empezaron como suplentes de último momento y terminaron creando papeles que marcaron sus carreras. Para bien o para mal.
Después de meses de entrenamiento intensivo, semanas de ensayo y dos días de rodaje en Nueva Zelanda, el actor británico fue despedido de la primera parte de la trilogía de El señor de los anillos, cuando el director Peter Jackson se dio cuenta de que Stuart Townsend era demasiado joven para interpretar a Aragon. En su lugar, Viggo Mortensen tenía no solo la edad adecuada sino también el estilo interpretativo que la película y el personaje necesitaban. Sin problemas de ego por haber sido convocado con la filmación ya en marcha e impulsado por el amor de su hijo por los libros de J.R.R. Tolkien, Mortensen se comprometió de lleno con el papel que resultó el más popular de su trayectoria hasta ahora y el que le dio un nuevo aire a su carrera.
Unos años más tarde del enroque entre Townsend y Mortensen, Jackson se volvió a encontrar con una situación similar en el set de su película Desde mi cielo (2009). El elenco del drama adaptado de la novela de Alice Sebold sobre Susie (Saoirse Ronan), una adolescente víctima de un asesino serial que cuida a su familia desde el purgatorio incluía a Ryan Gosling en el papel del padre de la víctima. Sin embargo, como contó el propio actor en varias oportunidades, cuando llegó al rodaje del film pesando casi 30 kilos más de su peso habitual porque se le había puesto en la cabeza que un padre en pleno duelo por la muerte de su hija debía pesar cerca de 100 kilos. El director no estuvo de acuerdo y lo reemplazó por el mucho más atlético Mark Wahlberg.
Entre las muchas anécdotas sobre el accidentado rodaje de Apocalypse Now de Francis Ford Coppola, una de las más curiosas gira en torno a la elección del actor que interpretaría al capitán Willard, el personaje central del intenso drama bélico. En un principio, el director eligió para el papel a Harvey Keitel, quien para ese momento ya tenía experiencia en cine, donde había trabajado en repetidas ocasiones con su amigo Martin Scorsese. Sin embargo, tras una semana de rodaje en Filipinas, Coppola se dio cuenta de su error. Willard debía ser un personaje observador pasivo en medio de la locura de la guerra y la energía vibrante y avasalladora de Keitel no encajaban con esa idea. Así, Martin Sheen, un intérprete que a esa altura de su carrera tenía más créditos en TV que en cine, fue convocado para reemplazarlo en el que se convirtió en uno de los rodajes más caóticos y accidentados de la historia del cine y del que regresó con grandes posibilidades laborales por delante y un infarto a cuestas.
Cuando el director Spike Jonze terminó de editar Ella, un romance futurista en el que Joaquin Phoenix se enamora de Samantha, un sistema operativo digital diseñado para acompañar a almas solitarias, se dio cuenta de que algo no funcionaba con la película y ese algo tenía que ver con su personaje principal femenino. Según el realizador, la voz de la actriz británica Samantha Morton (Minority Report) no evocaba los sentimientos que él pretendía transmitir y por eso, aunque la película ya estaba terminada, tomó la decisión de contratar a Scarlett Johansson para que grabara de nuevo todos los diálogos del personaje.
Durante años, la leyenda sobre cómo Jackman logró convertirse en Wolverine, el papel que lo hizo conocido y cambió para siempre su carrera, incluía el detalle de que en realidad el australiano no era la primera elección de los productores de X-Men para interpretar al mutante de las garras del ficcional adamantium. Era cierto. El actor británico Dougray Scott había superado la etapa de castings y estaba listo para empezar a filmar en cuanto terminara su trabajo en Misión: imposible II. El problema fue que esa producción dirigida por John Woo se alargó mucho más de lo que estaba planificado y Scott debía ir de un rodaje al otro apenas terminara de filmar con Tom Cruise en Australia. Sin embargo, como reveló hace unos años el actor británico al diario Telegraph, Cruise no dejó que lo hiciera. “Estábamos haciendo Misión imposible y él me dijo: ‘Vas a quedarte aquí a terminar el film’. Le respondí que iba a hacerlo, pero que también iba a ir a la otra película. Por la razón que sea, él dijo que no podía. Y aunque otras personas estaban haciendo todo lo posible para que funcionase, él era un tipo muy poderoso y cuando se negó no fue posible que yo me sumara al rodaje de X-Men».
Quien haya visto esta película de David Fincher se maravilla por la brillante elección de casting de sus personajes centrales, la madre y su hija adolescente asediadas por una banda criminal en su propia casa que interpretan Jodie Foster y Kirsten Stewart. Más allá de que el parecido físico entre las dos actrices es notable, lo cierto es que el plan original de Fincher era que el papel de la mamá fuera interpretado por Nicole Kidman. Sin embargo, a una semana del comienzo del rodaje, la intérprete australiana tuvo que bajarse del proyecto por la lesión de rodilla que había sufrido durante la filmación de Moulin Rouge. Cuando Kidman se dio cuenta de que La habitación del pánico requería un esfuerzo físico que no estaba en condiciones de hacer, el director le ofreció el papel a Foster, quien de repente se encontraba con disponibilidad porque su nuevo proyecto como directora no conseguía la financiación necesaria para ponerse en marcha.
Uno de los casos más conocidos de reemplazo de actores con el rodaje en marcha es el ocurrido en Volver al futuro. El director Robert Zemeckis había tengo dificultades para convencer a los estudios de que la historia sobre el viaje en el tiempo de un adolescente de los años 80 tenía posibilidades de atraer la atención del público y una vez superado ese escollo, cuando el realizador empezó a filmar la película se dio cuenta de que lo peor estaba por venir. Resulta que con la película rodada prácticamente en su totalidad resultaba evidente que Eric Stoltz, el actor que había contratado para interpretar a Marty McFly, no encajaba con las expectativas que tenía para el personaje. El realizador no era el único descontento con el intérprete. El productor, Steven Spielberg, creía que a Stoltz le faltaba el encanto que el relato requería y sus compañeros de elenco no se sentían cómodos con su forma de trabajo demasiado intensa que exigía que lo llamaran Marty, aun si las cámaras no estaban rodando. Lo cierto es que los realizadores del film tenían a Michael J. Fox en mente al comienzo del proyecto, pero los compromisos televisivos del actor los había obligado a descartarlo para el papel. Sin embargo, luego de despedir a Stoltz y desesperados por cumplir con la fecha de estreno ya estipulada, aceptaron que durante dos meses Fox grabara la sitcom Lazos familiares durante el día, y se dedicara a la película una vez terminada su jornada de trabajo en la TV.