domingo, 6 julio, 2025
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Mandriles y burros eunucos: la penosa vocación de Milei por la violencia verbal

Por insólito que parezca, Javier Milei se ocupa casi a diario de que sus insultos a periodistas, plagados de vulgaridades con connotaciones sexuales, sean más noticia que sus propias políticas de gobierno. Más que infligirles un daño a quienes son blanco de sus agresiones verbales, el Presidente se daña a sí mismo y les ofrece letra a quienes, desde el kirchnerismo, le endilgan a su gestión rasgos de intolerancia y autoritarismo de los que curiosamente los Kirchner supieron dar cátedra a lo largo de las últimas dos décadas.

Son explicables -jamás justificables- algunos de los actos de violencia promovidos desde el kirchnerismo. Es claro que la estrategia de Cristina Kirchner apunta a sembrar una sensación de caos

Los improperios presidenciales han competido en rating con los deplorables episodios de violencia protagonizados por dirigentes y militantes kirchneristas, como el brutal ataque a las instalaciones de TN y Canal 13 o la no menos condenable decisión de funcionarias K de escrachar al diputado de La Libertad Avanza José Luis Espert y de arrojar en su casa estiércol que transportaron en una camioneta del gobierno bonaerense. Nada puede justificar semejantes actos de vandalismo. Ni siquiera la desafortunada calificación de “hija de una gran puta” que Espert le había dirigido a Florencia Kirchner durante un encuentro académico en la Universidad Católica Argentina.

Según una investigación de LA NACION, en su reciente visita a Neura, en poco más de dos horas, el primer mandatario profirió al menos 70 insultos, de los cuales 44 fueron dirigidos a periodistas. Se suman estos a los que habitualmente acaparan buena parte de sus mensajes en la red social X. “Imbéciles”, “soretes”, “pelotudos”, “pelotuditos de las formas”, “pedazos de mierda”, “parásitos mentales”, “mandriles”, “burros eunucos” han sido en los últimos días algunos de los insultos predilectos del Presidente, junto a su frase de cabecera: “No odiamos lo suficiente a los periodistas”.

Más difícil, en cambio, es explicar la vocación de Milei por la comunicación violenta, incluso contra reconocidos analistas económicos y periodistas que ni siquiera ponen en duda algunos de los innegables logros de su gestión

Asistimos a “brotes de irracionalidad racionalmente administrada”, como señaló Philip Kitzberger, analista político y de medios de la Universidad Torcuato Di Tella.

Son explicables –jamás justificables– algunos de los actos de violencia promovidos desde el kirchnerismo. Es claro que la estrategia de la condenada expresidenta Cristina Kirchner, desde su detención domiciliaria, apunta a sembrar una sensación de caos. Mientras pronostica que el “modelo” de Milei “va a caer” porque es “insostenible” desde el punto de vista social y alienta el latiguillo “Vamos a volver”, que proclaman sus seguidores, sabe que su protagonismo provoca escozor en los operadores económicos, agranda la incertidumbre y retrasa la caída del riesgo país. Si a ese factor se añaden los hechos de violencia, los ruidos que pueden afectar el devenir de la economía se acrecientan, complicando el proceso de reinserción de la Argentina en los mercados internacionales.

Desde su prisión domiciliaria en Constitución, Cristina Kirchner alienta la incertidumbreSantiago Oroz – LA NACION

Más difícil, en cambio, es explicar la vocación de Milei por la comunicación violenta, incluso contra reconocidos analistas económicos y periodistas que ni siquiera ponen en duda algunos de los innegables logros de su gestión en materia económica.

¿Qué busca Milei con esta actitud? ¿Acaso habrá sido su última concatenación de insultos una herramienta de Milei para recuperar protagonismo y volver a ganar el centro de la escena luego de semanas en las que la prisión domiciliaria de Cristina Kirchner acaparó la atención? ¿O pretenderá generar un clima de temor para promover mediante la autocensura el silenciamiento de las voces críticas y así controlar la agenda de la opinión pública? ¿Será una manera de disciplinar a potenciales detractores, mostrándoles a través de las milicias digitales libertarias el riesgo que conlleva disentir con el presidente de la Nación?

Pero tal vez sea una tarea vana intentar responder a esos interrogantes. Quizás haya que prestar atención a algunos interlocutores del Presidente que, al ser consultados sobre sus exabruptos, solo atinan a decir “Milei es así”, como si admitieran que estamos ante un desquiciado.

La actitud de Milei sorprende hasta a no pocos intelectuales. “Siempre he creído que es auténtico el fervor que el presidente de la República manifiesta por el judaísmo y el entusiasmo con que encarna su conocimiento creciente. Lo que me resulta inexplicable es cómo, habiéndose apegado tan íntimamente a un credo para el cual la palabra reviste valor excepcional como expresión de respeto y consideración del prójimo, pueda él, a la vez, valerse de un lenguaje soez y cloacal para referirse a quienes no coinciden con él o incluso a quienes solo coinciden parcialmente con sus ideas”, expresó el filósofo Santiago Kovadloff, en diálogo con este cronista.

Milei le firma un mameluco de YPF al conductor «Tronco», durante su participación en Neura, en la cual lanzó al menos 70 insultos

Calificar como “enemigo” a alguien por el simple hecho de pensar distinto ha sido propio de regímenes autoritarios que soportamos los argentinos. También de los gobiernos kirchneristas, que seguían las enseñanzas de Ernesto Laclau.

No es propio de un país normal que especialistas universitarios en medios de comunicación se dediquen a contar la cantidad de insultos diarios que emanan de la boca de un presidente.

La rutinización de los insultos presidenciales encierra el peligro de que se legitime la violencia verbal desde lo más alto del poder político. “Las palabras son ventanas o paredes; nos condenan o nos liberan”, ha señalado sabiamente Ruth Bebermeyer (1929-2022), reconocida educadora, música y escritora estadounidense.

En el prólogo del libro Comunicación no violenta. Un lenguaje de vida, escrito por Marshall Rosenberg, el filósofo, escritor y activista político indoestadounidense Arun Gandhi (1934-2023), quinto nieto de Mahatma Gandhi, señaló que la gente suele decir que este mundo es cruel y que, para sobrevivir en él, también hay que ser cruel. Frente a esa creencia, sugiere: “Si hoy es cruel es porque lo hemos hecho cruel con nuestras actitudes. Si cambiamos nosotros, podemos cambiar el mundo y el cambio en nosotros comienza cambiando nuestro lenguaje y los métodos de comunicación”.

El Gobierno precisa un triunfo contundente en las elecciones nacionales de octubre para avanzar en las reformas estructurales que se propone llevar a cabo durante la segunda mitad de su mandato. No será por el camino de la exaltación de la vulgaridad y de las más repugnantes descalificaciones personales provenientes de la boca del Presidente como el oficialismo logrará el acompañamiento de importantes franjas moderadas del electorado.

Gestos de Milei asociados a la violencia verbal que podían llamar la atención cuando era un simple panelista hoy han dejado de parecer graciosos y hasta son utilizados por sus rivales para naturalizar otro tipo de violencia como la física. El peor enemigo de Milei podría terminar siendo el propio Milei.

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