domingo, 8 junio, 2025
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Una política industrial necesaria pero ausente

El miércoles 4 de junio tuvo lugar el primer Congreso Productivo para el Desarrollo realizado por el equipo de profesionales de Misión productiva. El encuentro se llamó “El futuro es con industria” y buscó debatir en torno a las antinomias que expresan los distintos gobiernos de turno, los que miran con desconfianza a la producción industrial nacional y aquellos que muchas veces profesan una protección excesiva. “Mientras no haya un acuerdo estable, el péndulo va a seguir derribando nuestro futuro”, sentenciaron.

«Hay dos discursos que atrasan. Por un lado, que la industria es el pasado, cuando en términos de innovación y de empleo es el sector más pujante no solo en Argentina sino en el mundo. Y, por el otro, una visión acrítica de la sustitución de importaciones, proteger todos los sectores sin una revisión adecuada, que también nos parece anacrónica”, sostiene Martín Alfie, uno de los referentes de Misión Productiva. Una iniciativa formada por profesionales de diversas disciplinas –economía, tecnología, industria- que promueven una agenda que prioriza la producción, la innovación y el empleo de calidad, más allá de las políticas macroeconómicas.

Ambos cuestionamientos parecen apuntados a dos estilos de gobiernos en la Argentina reciente. La gestión de Milei hizo mucho por facilitar las importaciones, empezando por sostener una política de tipo de cambio atrasado que abarata el costo de traer mercaderías de afuera y desregular procedimientos en Aduana. Pero, por otro lado, las gestiones de gobiernos populares encuentran excesivo atractivo en la protección comercial como canal para el desarrollo de la industria interna.

“El Congreso de Misión Productiva también nos permite mostrar que hay un montón de gente –jóvenes profesionales, sobre todo- que trabajan estos temas y que siguen pensando en cómo aportar para mejorar la gestión de la política productiva”, dijo Alfie a Página 12. El Congreso convocó a empresarios, trabajadores, académicos, etc. que discuten sobre política industrial más allá del tipo de cambio. Estas fueron algunas citas:

“Argentina necesita una política industrial de Estado que trascienda gobiernos. Mientras no haya un acuerdo estable, el péndulo va a seguir derribando nuestro futuro”, sostuvo Daniel Schteingart, investigador y Director de Planificación Productiva en Fundar, a cargo de la inauguración del evento. “No más antinomias entre campo e industria. Son sectores que se pueden potenciar mutuamente”, agregó. Por otro lado, Augusto Costa, ministro de Producción bonaerense aclaró: “La pérdida de capacidades industriales es una pérdida de oportunidades de vida para millones”.

“La industria automotriz está en plena transformación. Después de un siglo, el auto pasó a ser una computadora con ruedas”, dijo Carolina Castro, presidenta de Industrias Guidi, y graficó la modernización de las prácticas industriales que es constante. “Argentina debe ser la Italia de América Latina en diseño e indumentaria. No vamos a ganar por precio, sino por creatividad y calidad”, dijo el empresario textil Claudio Drescher cuando le tocó el micrófono. “En el interior hay desarrollos extraordinarios y muchas start-ups. El agro puede ser una plataforma para la innovación”, dijo Mariano Bosch, CEO de Adecoagro.

Competir contra las importaciones

El gobierno libertario facilita las importaciones, aunque la regulación previa ya tenía fallas. Milei empezó por la eliminación del SIRA (Sistema de Importaciones de la República Argentina) en 2023, una herramienta que exigía la autorización previa del Estado para importar bienes o servicios implementada por Sergio Massa en 2022 para administrar la escasez de divisas. El SIRA fue muy criticado porque demoraba las importaciones y paralizaba las cadenas de producción, generando en muchos casos desabastecimiento. Milei también redujo al mínimo el uso de Licencias No Automáticas, otro instrumento discrecional para la protección de sectores como textil, calzado, juguetes, electrodomésticos, muebles y bicicletas que hoy tienen limitaciones para competir.

Otra decisión de peso fue la flexibilización de los controles anti-dumping. Desde la asunción de Milei se dejaron de iniciar expedientes nuevos para investigar presuntas prácticas de dumping y muchas de las que estaban vigentes (en sectores como calzado, textiles, acero, juguetes, bicicletas y electrónica) no fueron renovadas. Además se redujo de 5 a 3 años la sanción por dumping. Este esquema tenía un problema pues funcionaba las veces como un “derecho adquirido” para la protección de un sector, evitando la competencia.

«La mejor política industrial es una macro estable». Aunque respaldada por algunos economistas, esta afirmación es cuestionada por otros. La estructura productiva argentina es altamente heterogénea, con sectores de alta y baja productividad, lo que exige políticas específicas para impulsar el upgrading tecnológico y reducir la brecha de capacidades. Esta brecha alimenta la desigualdad de ingresos y la informalidad, problemas difíciles de revertir sin transformar la base productiva. Este es un tema siempre presente en los documentos de Misión Productiva.

Por otro lado, es necesario un papel activo del Estado para promocionar el desarrollo industrial. A través de políticas como el desarrollo de empresas públicas de calidad y las compras públicas que fomenten la producción local. Ambas políticas ayudarían a superar la dependencia de importaciones, pero fueron desmanteladas por el gobierno de Milei. 

También derogaron el programa “Compre Nacional”, el cual tenía como objetivo priorizar a la industria nacional en las contrataciones públicas. El fomento de proveedores locales implica un fortalecimiento de los encadenamientos productivos que promueve la creación de puestos de trabajo especialmente en PyMEs.

Otra decisión anti-industria del Gobierno Nacional fue la flexibilización de las importaciones de maquinaria usada, repuestos e insumos para proyectos dentro del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), y el permiso para su posterior reventa. Además del desincentivo a la producción local, esta decisión acarrea riesgos para la seguridad de los trabajadores y las piezas fabricadas.

La lista es larga y cabe mencionar que el RIGI se centra en atraer grandes inversiones energéticas (petróleo, gas y energías renovables) y mineras (litio, cobre y oro). Este sesgo en la promoción de sectores primarios que impulsa el Gobierno es lo contrario al espíritu de la política industrial “picking the winners” (seleccionar los ganadores) que implica tener una política activa que identifique y apoya sectores estratégicos, más allá de lo que surgiría naturalmente por ventajas comparativas. Este tipo de políticas fueron una pieza central en las estrategias de desarrollo de países como China, Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Japón.

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