jueves, 31 julio, 2025
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Augusto Marini: el polémico zar del streaming político

El 15 de diciembre de 2024, en el Teatro Broadway, sobre la Calle Corrientes, hubo un show con entrada agotada: “La Misa del Gordo Dan”. Pero no fueron ni las luces ni el humo ni los coros los que llamaron la atención de esta revista aquella noche, sino la ubicación de dos personas entre las butacas de la primera fila. Augusto Marini, empresario de medios y apps sanitarias, estaba sentado al lado de Santiago Caputo, el asesor más relevante y blindado del gobierno de Javier Milei.

Lo vieron pocos: Marini y Caputo compartiendo un espectáculo con estética libertaria y guiños a la cultura gamer. Esa imagen, que parecía un dato de color, empezó a cobrar otro sentido medio año después, el 22 de junio de 2025, cuando Marini se reunió en una oficina con Máximo Kirchner. Fue después de que el diputado nacional e hijo de Cristina Kirchner se entrevistara con Tomás Rebord. El encuentro fue breve -apenas un café-, pero suficiente para que se dispararan las preguntas: ¿cómo hace alguien para tener llegada directa a dos actores de la política que no se cruzan ni por error? ¿Qué tiene Marini que le permite sentarse con Caputo en diciembre y con Máximo en junio?

La respuesta está menos en lo ideológico y más en lo estructural: Marini es el propietario de dos señales de streaming con líneas editoriales diametralmente opuestas. Por un lado, Blender, que funciona como canal de entrada para el progresismo de redes y un lugar donde el kirchnerismo tiene algún grado de presencia. Por otro, Carajo, un canal con estética más conservadora, donde circulan discursos con tono “antiprogre” y la voces del gobierno de Milei. Marini no busca que se crucen. Busca que funcionen cada una por su lado y que facturen en paralelo.

Cambios

Desde mediados de 2025, Marini decidió dejar de operar desde las sombras y tomar las riendas completas de Blender y Carajo. Hasta ahora, se había manejado en un segundo plano. Era el capitalista silencioso, el que financiaba sin aparecer demasiado. Pero algo cambió. A comienzos de este año, Marini cerró la compra de las participaciones que todavía quedaban en manos de los socios fundadores. A Sebastián Tabakman, vinculado al armado de Carajo, y a Diego Abatecola, uno de los impulsores iniciales de Blender, les compró sus partes y los corrió definitivamente del tablero. No fue solo una cuestión económica: fue un movimiento de poder. Marini quiere ejercer más control editorial y operativo sobre los canales que expresan -cada uno a su modo- las voces de las dos principales tribus políticas del país.

Carajo es la nave insignia del discurso libertario, con estética antisistema, conducido por el provocador Daniel “Gordo Dan” Parisini, que continúa como socio. Blender, en cambio, mantiene un estilo más sofisticado, ligado al mundo del progresismo digital, con figuras como Tomás Rebord o Guillermo Aquino. Pero ambos canales -pese a sus diferencias ideológicas- comparten una lógica: son propiedad del mismo empresario, que ahora quiere marcar el rumbo con más claridad. En términos de audiencia de canales de streaming político, Blender y Carajo suman más de 21 millones de views mensuales en Youtube. Mucho más adelante están Olga y Luzu con más de 40 millones de vistas cada uno. Pero si se hiciera un recorte sobre streamings de política, superan a sus competidores como Gelatina, Neura o Cenital.

En lugar de los socios salientes, Marini incorporó a personas de su máxima confianza y con vínculos directos con el poder judicial y político. Uno de los nuevos nombres es Enrique Saraví O’Keefe, abogado y operador de fuste, socio del ex ministro de Justicia bonaerense Gustavo Ferrari, uno de los principales armadores jurídicos del vidalismo (si alguna vez existió). El otro desembarco importante es el de Ruth Hang Kuchen, hermana de Manfred, también socio de Ferrari y amigo personal de Marini. Ruth viene del mundo corporativo. Con estas incorporaciones, el empresario no solo consolida la estructura administrativa de sus plataformas de streaming, sino que también fortalece sus vínculos con sectores de la Justicia, la política y el empresariado. Ya no se trata solamente de dos canales de contenido: se trata de una maquinaria que articula medios, relaciones públicas, lobby judicial y acceso a la política de alto nivel.

El año 2025 marca así el inicio de una nueva etapa. Marini tendrá un control más directo sobre la línea editorial, la contratación de figuras, los acuerdos comerciales y, sobre todo, sobre el uso estratégico de Blender y Carajo como plataformas de posicionamiento político. Cada canal tiene su público, sus influencers y su narrativa. Pero ambos están en su carpeta. La polarización le rinde poco en lo económico, pero mucho en el networking. Cuando hace falta, los usa para acercarse a la política, que es donde está el negocio real.

Un ejemplo de esto es que Marini hoy tiene su gran fuente de ingresos en otro lado: AlegraMed, una aplicación para administrar sistemas de salud que se volvió indispensable en la provincia de Misiones. Lo que hace la app no es menor: asigna turnos, organiza historias clínicas, monitorea prestaciones, controla centros de salud. Todo digitalizado. ¿Quién contrató este sistema? La Fundación Parque de la Salud, un organismo creado por ley en 2017, por iniciativa de Carlos Rovira, ex gobernador y eterno jefe político de la provincia desde una banca de diputado provincial. La fundación se financia con fondos públicos, pero escapa a cualquier control estatal. No responde al Tribunal de Cuentas. No le rinde a la Auditoría. Funciona como un ministerio paralelo, pero con autonomía total. Es ahí donde aparece AlegraMed, la app de Marini, contratada de manera directa y discrecional.

En Posadas todos lo dan por hecho: el contrato lo consiguió por su relación con Ramiro Rovira, el hijo del jefe, que también es empresario. La amistad entre ambos se consolidó fuera del radar político, en otro lugar con más copas y menos regulaciones: la noche porteña. Los indicios de esta amistad estan en las redes sociales. El 6 de enero de 2025, en una casa de Punta del Este, Marini organizó una fiesta para revelar el sexo del hijo que tuvo con Angie Landaburu, modelo e influencer. Marini contrató dos aviones. El primero arrastraba un cartel en inglés que decía “Boy or Girl?”. El segundo traía la respuesta: “It’s a boy”. Para los invitados hubo souvenir: un par de anteojos celestes marca Dignos, la marca que Ramiro Rovira tiene en Palermo y produce en Misiones.

Los lentes de Ramiro Rovira en la fiesta Baby Gender Reveal de Marini y su esposa Angie Landaburu.

Como gesto de devolución, Marini pidió que Blender cubriera el evento de lanzamiento de los anteojos Dignos en marzo de este año. El material, aún disponible en YouTube, incluye una entrevista a Ramiro, que habla del producto como si estuviera lanzando una revolución en óptica. El video tiene buena producción, pero poca repercusión. La relación política con Rovira y Misiones también reafirma su veta oficialista. El hombre fuerte del feudo apoya con sus legisladores en el Congreso todas las iniciativas de Milei.

Más negocios

Pero los streamings y la salud pública no son los únicos rubros donde Marini hace pie. Con apenas 29 años, es CEO de Cale Group, un holding que abarca empresas en ocho sectores distintos: infraestructura, energía, salud, transporte ferroviario, agroindustria, textil, servicios y medios. En el universo Marini, todo puede ser negocio, incluso la grieta. Uno de sus movimientos más ambiciosos fue la compra de Motora Argentina, la ex filial local de la rusa TMH, que gestiona los talleres ferroviarios de Mechita, en Bragado. Marini rebautizó la empresa y la puso a competir por contratos en la red ferroviaria del AMBA, justo cuando el sistema vive una etapa de privatización de facto.

Para eso contrató a Javier Hibbert, ex funcionario de Trenes Argentinos, hombre de Guillermo Dietrich, reciclado por el massismo y tolerado por el mileísmo. Los vínculos son parte del modelo. Cale Group no solo invierte en infraestructura. También tiene marcas como Mon Ami, un alimento premium para mascotas hecho a base de ingredientes naturales y sin conservantes. Un producto caro, ABC1, que se vende bien en Barrio Parque y en Nordelta. En paralelo, comparte un negocio de agua con la empresa IWP SA junto a un joven llamado Joaquín Basanta, dueño de Agrosustentable, que produce en el Parque Industrial de Misiones. ¿Un detalle? Basanta también es amigo de Ramiro Rovira.

Marini no oculta el lujo. En Punta del Este son conocidas sus fiestas privadas y sus autos: alemanes como el Audi o el BMW; italianos como Ferrari o Lamborghini. Su estilo es exhibicionista. Marini no improvisa. Su aparición en política, aunque lateral, está perfectamente programada. Sus señales de streaming le dan acceso a públicos segmentados, y sus negocios le dan contacto con el poder real. No necesita sentarse en una banca porque ya está sentado en los sillones que cuentan. Desde afuera, parece que juega a dos puntas. Desde adentro, se sabe que tiene más de dos. Usa Blender para seducir al electorado joven, Carajo para no perder al núcleo duro conservador y AlegraMed para facturar sin ruido. En el medio, se mueve con precisión: va a eventos donde hay influencers, pero también tiene línea directa con actores del peronismo y del gobierno libertario.

Hoy, Marini ya no es sólo un empresario. Es mucho más que eso: un actor con capacidad de intervenir en la agenda pública. No desde el atril, sino desde el algoritmo. Y si puede tener a Caputo en una fila de teatro y a Máximo Kirchner en su oficina es porque los dos saben que, en alguna parte del juego, lo necesitan.

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