viernes, 11 julio, 2025
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La novia de Luis Brandoni contó cómo nació su historia de amor con el actor: Fue en los cruces de…

Aunque mantienen un perfil bajo, Luis Brandoni y Saula Benavente forman una de las parejas más sólidas del espectáculo. A más de 11 años de relación, la productora reveló por primera vez cómo comenzó su historia de amor con el reconocido actor que conmovió a todos en los Martín Fierro.

En diálogo con La Nación, Benavente se animó a contar con detalles aquel momento que marcó el inicio de su historia: “En los cruces de la vida. Nos habíamos visto en alguna que otra obra de teatro, pero el momento puntual fue en septiembre de 2013, en la fiesta que Claudio Segovia hizo en Pur Sang por sus 80 años”.

Aquella noche, Saula estaba sentada en una mesa con escenógrafos porque había ido con su madre. Pero todo cambió por un gesto simple: “Como le ofrecí mi silla a Soledad Silveyra, Beto me invitó para que me sumara a su mesa: ‘Vení a sentarte acá’”.

A partir de ahí, comenzaron a verse más seguido. “Así nos conocimos, charlando en una mesa muy copada: estaban Ana María Picchio y Marilú Marini… Después, me invitó a una comida en su casa con Rafael Filippelli y Beatriz Sarlo. Y seguimos viéndonos”, contó.

La diferencia de edad no fue un obstáculo para ella: “Al principio, fue raro: él era una persona más grande que yo, pero bueno… la vida”, dijo entre risas. Y agregó una anécdota sobre cómo se lo tomó su familia: “Para ese momento, yo ya era grandecita: tenía 40 años».

Y siguió: «Con mi mamá, fue gracioso: ella había trabajado con Beto. Yo me debatía: ‘¿Le digo o no le digo?’. ¡Le dije, claro! ‘Bueno, ya está’, me respondió ella, divertida”. Lejos del drama o la polémica, la relación avanzó con naturalidad.

Incluso Brandoni quiso formalizar: “Meses después, Beto la invitó a comer a ella y a mi tía… como para formalizar la relación. No hubo conflictos. No vengo de una familia convencional en esas cosas. Baldomero fue creciendo con Beto cerca”, recordó.

Eso sí, hay un límite que ambos decidieron no cruzar: la convivencia. “¿Por qué? ¿Para qué? No lo necesitamos. Los dos somos independientes y grandes en distintas maneras. Yo también he convivido antes”, explicó.

Y graficó con ternura sus diferencias cotidianas: “A mí me gusta levantarme y quedarme en pijama lo más que puedo en mi jardín dándoles de comer a mis perros, gatos y tortugas; él, en cambio, es de desayunar en la mesa con el diario”.

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