lunes, 9 junio, 2025
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Las tierras raras impactan en la política global

El dominio de un recurso estratégico y escaso puede convertirse en un fuerte factor de poder en política exterior. Este es el caso de las tierras raras, un grupo de 17 minerales, del que China controla el 37% de las reservas, el 60% de su extracción y el 90% de su procesamiento. Estas han impactado en la geopolítica mundial, dada la decisión de China de suspender la exportación de 7 tierras raras pesadas y medianas –disprosio, terbio, samario, gadolino, lutecio, escandio, itrio– a partir del 4 de abril, lo que causó una espectacular suba en sus precios y puso en jaque industrias civiles y militares en Estados Unidos.

Debido a esta suspensión por parte de Beijing, los precios de las tierras raras alcanzaron niveles récord. Mientras el disprosio triplicó su valor, de 850 dólares/kg a principios de abril, a 2550 dólares/kg, el terbio subió de 965 dólares/kg a 3000 dólares/kg. Las tierras raras sirven para fabricar poderosos imanes permanentes que se utilizan en baterías recargables para autos híbridos y eléctricos, en generadores para turbinas eólicas y en teléfonos celulares. Por eso esta suba de precios pone en jaque a varias industrias en EE.UU. y Europa, como las de autos eléctricos o la de semiconductores.

Mientras EE.UU. no logra destrabar la situación, Beijing autorizó en mayo la exportación de imanes permanentes a la alemana Volkswagen.

Las tierras raras son críticas para la industria militar norteamericana porque tienen propiedades magnéticas y ópticas vitales para los sistemas de defensa. China produce además el 90% de los imanes permanentes con tierras raras, que se usan para motores eléctricos, turbinas, y electrónica en general, civil y militar. Así, las tierras raras son vitales para construir los motores de aviones militares como el F-35, o para aislar magnéticamente todos los mecanismos de precisión en drones y misiles. Por ejemplo, cada avión militar F-35 Lightning II contiene más de 405 kg de tierras raras, y cada submarino de la clase Virginia contiene 4140 kg. A su vez, los imanes permanentes se usan para los misiles Tomahawk y los drones Predator. Así, China ha puesto en puesto en peligro al sistema de defensa norteamericano.

Esta acción de Beijing, enmarcada en la contienda tecnológica-militar con Washington, y en respuesta a las tarifas de Donald Trump, ha expuesto la gran dependencia de China en tierras raras. Dada su continua provisión desde China, las inversiones en esta industria no tenían mucho sentido hasta ahora en EE.UU. Si bien hay inversiones en minas de tierras raras, los volúmenes son muy limitados. Como ejemplo, la empresa MP Materials tiene una mina en California, pero con poca capacidad de refinamiento, y envía casi toda su producción a ser procesada en China. A su vez, la australiana Lyna’s Rare Earths está construyendo una refinería en Texas, pero con muy altos costos.

Washington debe identificar proveedores alternativos, pero esto llevará tiempo. Alternativas son potenciar a proveedores en Australia, Sudáfrica y Vietnam, con pro-yectos de minería y procesamiento de tierras raras. También hay opciones en Sudamérica, como el proyecto de la empresa Aclara en Goias (Brasil), con foco en disprosio y terbio. Aclara ya tiene un contrato con una empresa financiada por el Pentágono, que hará imanes para General Electric. Por último, está el acuerdo que permitiría a EE.UU. extraer tierras raras de Ucrania. Sin embargo, desarrollar nuevas cadenas de suministro llevará años, y esto desvela a Washington.


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