jueves, 30 enero, 2025
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Twenty One Pilots entregó su obra al público argentino y se despidió de Latinoamérica a lo grande en el «Clancy World Tour»

Para las 19, la intersección de la calle Humboldt y avenida Corrientes ya estaba teñida de rojo y amarillo. La efervescencia de los fanáticos de Twenty One Pilots -llamados Clique– rodeó al Movistar Arena, que se preparaba para la última de las dos noches del dúo de Ohio en Argentina.

Con motivo del «Clancy World Tour», Tyler Joseph (voz, piano y bajo) y Josh Dun (batería) visitaron el país por primera vez en solitario, tras haberse presentado las últimas tres veces en ediciones del festival Lollapalooza. Pero el marco en esta ocasión era distinto; el público venía a verlos exclusivamente a ellos, con entradas agotadas.

Twenty One Pilots es una banda cuyo compromiso con el vivo no recae, y este show, al igual que el resto, no fue la excepción. Los dos músicos se pasearon por todo el recinto de Villa Crespo como si fuera el patio de su casa, emanando una vitalidad que refuerza su vigencia. Además, el concierto -que para sorpresa de muchos arrancó puntual- sirvió como un repaso dinámico de todos sus álbumes, con joyas para los más nostálgicos y enganchados para los desprevenidos. Y si bien el sonido propiciado por el recinto brilló, en varias ocasiones, por su ausencia, el dúo sacó adelante un espectáculo con garra y profesionalidad.

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Cortesía de @CATAALMADA_MUSIC

Una muestra de cómo plantear un concepto artístico

Para los más desinformados, Twenty One Pilots mantuvo un hilo narrativo en los últimos cuatro discos que lanzó. Y así como en 2016 Tyler Joseph se presentó ante el ojo argentino con el cuello y las manos pintados de negro, casi 10 años después salió de la misma manera al escenario. Blurryface (2015) fue el punto de partida para confeccionar un universo musical que representaba, en esencia, los miedos, las inseguridades y hasta los pensamientos más oscuros de Joseph.

Overcompesate, primer track de su último disco Clancy (2024), sirvió como plato fuerte de entrada, como un golpe al estomago de la gente. De ahí pasaron a Holding Onto You, el aclamado tema upbeat de Vessel (2013), que se enganchó a Vignette para marcar un punto de encuentro entre los comienzos de la banda y su actualidad.

Y fue a través de un ritmo apabullante que el dúo interpretó la vertiginosa Car Radio y The Judge, una dulce canción dentro del espeluznante universo de Blurryface. Esas dos piezas dieron lugar a otras dos, de diferentes discos pero que refieren a la misma persona: Jenna Joseph, la esposa de Tyler, a quien le dedicó The Craving y Tear in my Heart. Cualquiera que haya llegado a este punto del show puede afirmar que presenció un acto de teletransportación, cuando el vocalista desapareció del escenario y apareció de imprevisto en la platea alta del venue.

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Cortesía de @CATAALMADA_MUSIC.

Sin nada librado al azar, a lo largo de la noche Twenty One Pilots fue formando en el imaginario del Clique una foto distorsionada de su propia obra, que es producto de la confluencia entre sus álbumes. La introspección de Backslide contrastó con la esperanzadora Shy Away, de Scaled and Icy (2021), el disco menos querido por los fanáticos. Además, con sólo media hora había quedado claro algo: que TOP no necesita generar ningún clima para atraer al espectador. Las visuales, que cambiaban su color según la era de cada álbum, y las canciones conllevan siempre un magnetismo que provoca que el oyente se deje consumir.

En el escenario, la banda le da vida a ese monstruo musical que crearon a lo largo de los años. Retratan la ciudad moribunda de DEMA, donde unos obispos practican una religión ficticia llamada «vialismo». Se visten de Banditos, el grupo de rebeldes que se esconden en trincheras para evitar ser consumidos. En el medio, Tyler hace las veces de Clancy, el protagonista de la historia y su enemigo, Blurryface. La narrativa se presta al recurso más natural del cantante; su voz, que puede pasar de unos alaridos desgarradores a la parquedad total.

Nada de eso sería posible, claro, sin la presencia de Joseph como frontman, quien no solo salta desenfrenadamente y marca el ritmo del show, sino también opera con carisma y determinación arriba del escenario. Por su parte, Dun desde su silencio de baterista deleitó a los fans con piruetas, y le agregó mayor profundidad a las interpretaciones con aportes desde los sintetizadores y coros.

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Cortesía de @CATAALMADA_MUSIC.

Y así transcurrió la noche, con una banda a la cual el sonido electrónico le sienta cómodo, pero que se camufla sin problema entre distintos géneros; tales son los ejemplos de canciones chill-out como Heathens, Routines in the night y Nico and the Niners, así como otras que se acercan al post-punk y rock, como Next Semester y Navigating, uno de los puntos altos del show.

Twenty One Pilots y su público, un vínculo indestructible

Para probar la fidelidad de su público, los dos protagonistas se ubicaron entre el campo delantero y el trasero, y desplegaron toda su técnica en un medley. En él destacó Addict with a Pen, uno de los cortes más recordados del disco debut bajo nombre homónimo, y Migraine, otro de los temas más populares de Vessel.

Luego de un juego de flashes con Mulberry Street, llegó el turno de las imprescindibles, una lista compuesta por las furiosas Heavydirtysoul y Jumpsuit, juntas con los mega hits como Ride y Stressed Out. También hubo tiempo para My Blood y Lavish.

Sin embargo, fue con Paladin Strait que se desató el final del concierto, en el cual se coló Midwest Indigo y, ya casi como rutina, concluyó con Trees. El vestuario, las luces, el papel picado, el fuego y las explosiones contribuyeron a la ambición artística del dúo, que logró forjar un vínculo indestructible con sus fanáticos.

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Cortesía de @CATAALMADA_MUSIC.

Y eso se nota tanto al llegar como al irse del recital; desde los comprometidos looks del Clique -que la obra de TOP permite- hasta las miles de gargantas que terminaron por raspar, con el objetivo de cantar en sincronía con Joseph. Por eso, y por tener una gran relación con Latinoamérica -y especialmente Argentina-, fue que los músicos se dejaron llevar por la pasión de los presentes.

«No se si puedo pensar un mejor lugar para terminar la gira que Buenos Aires», se sinceró Joseph al final del show. Para ese momento ya estaba vacío, luego de haberle entregado su obra al público argentino.

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