La producción de soja se ha expandido notablemente en los últimos años a nivel mundial. En el ciclo 2020/21 llegó a 370 millones de toneladas de producción y para la campaña 2024/25 se proyecta el récord de 427 millones de toneladas, 60 millones de toneladas por encima del promedio de los últimos 5 años, y un 8% más que en 2023/24. Esta mayor oferta de la oleaginosa ha hecho que sus cotizaciones se desplomen.
“Si comparás el precio actual de la soja con el de fines del año pasado, estás en casi 100 dólares menos. Según los registros, es la cotización más baja desde mediados del 2020. Esto sucede, básicamente, porque hay una sobreoferta mundial y además, las producciones se siguen ajustando para arriba”, repasó el analista de mercados de la consultora Agritrend, Gustavo López.
“Llegamos a precios muy bajos, si lo vemos en el poder de compra de una tonelada de soja en el mercado local estamos en mínimos desde enero del año 2018”, puntualizó Matías Contardi, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
En un año, la producción a nivel mundial pasó de casi 395 a 435 millones de toneladas, son entre 35 y 40 millones más. El 50% del aumento a nivel global proviene del nuevo récord que marcaría Brasil: ya se habla de una cosecha de 169 millones de toneladas en ese país, casi 15 millones por arriba de lo recolectado el año pasado.
“Las principales proyecciones anticipan una producción récord de 170 millones de toneladas, como piso, para Brasil, son casi que 16 o 17 millones más que el año pasado y muy por encima del promedio”, precisó Contardi. Por caso, la última mejor cosecha del país vecino había sido de 162 millones de toneladas en 2022/23.
Estados Unidos tuvo la segunda mejor cosecha de su historia. También se anticipa una muy elevada oferta en Paraguay, Bolivia y Uruguay.
Para Argentina, después de varios años malos, se espera una sólida producción. “Veníamos en torno a los 17 millones de hectáreas de soja y después del tema de la chicharrita y el problema causado de los maíces tempranos, los productores se volcaron o se están volcando bastante más a la soja. Se proyectan no menos de 18,5 millones de hectáreas, con lo cual, muchos auguran una producción total de 55 millones de toneladas”, dijo López.
El USDA estimó 51 millones de toneladas, es decir que aún falta un ajuste adicional que podría presionar a la baja.
«Dentro de los cultivos la soja es la que más tendencia bajista tiene porque tenemos una proyección hacia adelante de una excelente campaña de Brasil, estamos hablando de 168 a 170 millones de toneladas, un volumen que le permitiría a Brasil solo poder abastecer a China; Argentina tiene una buena perspectiva, tiene soja disponible, va a haber un incremento de área sembrada, vienen siendo buenas las condiciones de los cultivos y las precipitaciones en la mayor parte de las zonas productivas», enumeró la analista de mercados Catalina Ferrari de Planifica +.
En septiembre, la situación era completamente diferente. En Sudamérica había déficit hídrico y los niveles de humedad de los suelos eran bajos. Pero octubre trajo lluvias no solo a Argentina sino también a Brasil, lo cual permitió el avance de la siembra. “A fines de septiembre, principios de octubre, el mercado empezaba a ver con desconfianza las proyecciones de una cosecha récord en Sudamérica y eso empezó a levantar un poco los precios de la soja. Después las lluvias llegaron, Brasil ya está todo sembrado, las condiciones de los cultivos son todas buenas y excelentes, no hay demasiados problemas y siguen llegando buenas perspectivas para la cosecha”, repasó el analista de la BCR.
Como las siembras en Brasil se concentraron en un corto período de tiempo, se espera que también la recolección se concentre hacia febrero o marzo, lo que ejercería una presión de oferta muy importante y bajista sobre las cotizaciones.
Molienda y stocks
En este contexto, la molienda mundial también es muy alta, pero no llega a compensar la caída de precios debida a la gran oferta. En consecuencia, es elevada la generación de stocks. “Son los más altos de la historia, depende cómo uno lo mida, se está en más de 130 millones de toneladas; si uno saca China -porque en realidad es netamente importador- se achican a 86 u 87 millones, pero de todas formas son mucho más altos que el año pasado”, detalló López.
Según el analista, Argentina finalizaría 2024 con un stock de unos 7 millones de toneladas. “Con las importaciones de Paraguay -que son ya históricas- de unos 5 a 5,5 millones, algo de Bolivia, algo de Brasil, si sumás todo te da 12 millones, además de la producción de 55 millones, es decir que estaríamos en 67 millones de toneladas”, indicó.
Aún suponiendo un alto nivel de molienda, de 47 millones de soja y 4 de girasol, es decir, unos 51 millones totales, quedarían 20 millones de toneladas disponibles en el país. “Considerando que unos 6 millones de esos 20 tendrían como destino la exportación como poroto, y que 4,5 millones irían a otros usos como elaboración de las harinas, semillas, extrusión, consumos humanos, etc. van a quedar entre 9 y 10 millones de toneladas de soja para el año que viene”, desarrolló López.
En cuanto a la situación global de biocombustibles y aceites, “lo que juega mucho es lo que pueda llegar a suceder con Trump y su relación con China, qué es lo que pasará con las importaciones estadounidenses de aceite de cocina usado, si las limitan o no, cuál va a ser la política de Trump para los biocombustibles, si va a tender a favorecer más a la industria de combustibles fósiles o va a seguir manteniendo el mismo ritmo de ahora o si hará una combinación entre los dos, pero el mercado especula frente a eso”, explicó Contardi. Una caída de la demanda por aceite de soja, haría que el precio baje y fue precisamente este producto el que sostuvo las cotizaciones del poroto durante todo el año. Es que el mercado de aceites vegetales estuvo apretado en 2024 y los precios subieron.
Consultados sobre la evolución del precio, las respuestas no son alentadoras. Para López, la gran pregunta es si todas las variables fundamentales que presionan a las cotizaciones de la oleaginosa ya están descontadas o no en los precios futuros. “Yo creo que los operadores mundiales tienen gran parte de las variables incluidas en el precio, quizás Argentina todavía tenga la posibilidad de ese plus de producción más alta, pero creo que la mayoría de las variables están. Eso indica que todavía puede bajar un poco más», advirtió.
Lo que se ve es un mercado muy volátil: «El último cierre dio 5 dólares positivos, el día anterior había bajado 6, el anterior subía 3, y después bajaba 9, hay una enorme volatilidad. Eso está dado básicamente por la actitud de los fondos en este tipo de mercados, que lo único que les interesa es hacer la diferencia, no les importa mucho si las variables más importantes tienen o no alguna variación”, sostuvo López.
“Los factores siguen siendo bajistas, hay que ver cómo evoluciona el tema de la demanda de aceites vegetales principalmente, probablemente 2025 también venga apretado por la caída en la producción de girasol y la oferta ajustada de aceites podría hacer repuntar a la soja; el tira y afloje entre la demanda de aceites del mercado norteamericano y lo que pasa en el resto del mundo va a hacer que el precio tienda a subir o a bajar, pero hoy los factores que más juegan son bajistas”, afirmó Contardi.
En enero, Paraguay comienza la cosecha de soja, luego sigue Brasil y en otoño, con el ingreso al mercado de la producción de soja argentina, seguiría creciendo la presión de oferta, provocando una baja en las cotizaciones de la oleaginosa.
«Estamos esperando lo que pueda llegar a suceder en el llamado climático sudamericano, ver si llueve o no llueve, qué pasa con las temperaturas, qué sucederá durante enero y febrero principalmente por lo que puede llegar a pasar con el desarrollo de la campaña en Brasil que, generalmente, ya para fines de enero está bastante determinado, pero hoy, en principio, parecería que vamos a tener un clima que acompañaría el buen desarrollo de los cultivos», dijo Ferrari.
De acuerdo a la especialista, «lo único que puede llegar a generar subas en el precio de la soja es que lastimosamente haya algún efecto climático que perjudique la producción y algún cisne negro que no estemos viendo».
“Hoy la soja está cerca de los 290 dólares, 285 dólares por tonelada, bajó notablemente. Algunos productores me preguntaban hace un mes y medio atrás si vendían o no a 305 dólares, y era lógico que vendieran. A partir de ahí se cayó a 280, ahora a 285, bajó 25, 30 dólares, y cuando ves las posiciones para abril -que es nueva cosecha- se está hablando de 265 o 270 dólares por tonelada en el mejor de los casos”, señaló López.
“La caída ha sido bien significativa para lo que es el disponible y para lo que es el precio futuro. Todavía hay bastante soja por vender, yo creo que cerca de 6.500 a 7.000 millones de dólares, pero algunos están remisos pensando que puede haber algún tipo de mejora. Yo no creo porque no creo que vaya a haber ningún ajuste en el tipo de cambio, ni que vaya a haber baja de retenciones, al menos en el corto plazo, y tampoco que suban los precios, así que en realidad el combo es bastante nefasto, por eso no entiendo cómo los productores siguen reteniendo la mercadería”, expresó López.
Las elevadas estimaciones de cosecha en Sudamérica sumadas a la gran producción estadounidense llevarían a un récord productivo mundial de 430 millones de toneladas de soja, un 23% más que el promedio de la última década. Si a esto se le agregan los altos stocks, se consolida un cóctel bajista que, lamentablemente, deja pocas esperanzas -a menos que ocurra algo inesperado- de una suba de precios de la oleaginosa, cuyo poroto y subproductos, son fundamentales generadores de dólares para Argentina.
Qué hacer
Frente a este escenario, la recomendación de López es clara: “Si tiene disponible, el productor debería venderlo ya. Y si tiene al menos la posibilidad de ir cubriéndose con algunos put, que lo haga, al menos para ir por lo menos sosteniendo el precio futuro, a lo sumo si sube, lo único que pierde es esa prima, pero por lo menos se cubre ante las bajas”.
En Argentina, los pronósticos climáticos ya hablan de que las precipitaciones estarían dentro de lo normal durante el verano aunque podrían registrarse elevadas temperaturas. «Podríamos llegar a tener alguna ola de calor que, de darse, podría llegar a generar cierta volatilidad y algún tipo de alza en el precio que se podría aprovechar, pero la realidad es que hoy más que nada hay que tener en claro los números: cuáles son los precios que necesitamos en nuestras empresas, el famoso precio indiferencia con el que cubro mis costos», remarcó Ferrari. «Obviamente, estar atentos al mercado por si se da un mejor precio como para ir realizando ventas anticipadas y de esa manera ir cubriendo, sobre todo, los costos directos, pero hoy, en principio no tenemos nada que haga pensar que vamos a tener noticias positivas sobre una importante suba del precio de la soja», dijo la analista.