sábado, 21 diciembre, 2024
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Tribulaciones de un tonto rey imaginario

En el gráfico de apertura observamos la evolución de la participación de los trabajadores y el factor capital en el ingreso total generado desde el año 2016.

Obviamente la catástrofe distributiva que se observa durante el período del gobierno de Javier Milei ya en el segundo trimestre del año 2024 (último dato disponible) es la peor de la década y, seguramente, vamos a confirmar la debacle cuando tengamos los datos oficiales del tercer trimestre del 2024.

En líneas generales, Milei está conduciendo al país sin prisa ni pausa a una crisis social terminal, de gran envergadura, probablemente una de las más importantes, sino la más importante de la que tengamos memoria, como lo hemos señalado desde estas columnas reiteradamente.

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

Tenemos ya mismo indicadores sociales claves como pobreza, indigencia, brecha de pobreza, peores que los de enero del año 2002 y que están configurando un entorno de crisis muy evidente.

Tan solo faltaba corroborarlo en términos distributivos, teníamos una pista anterior con el coeficiente Gini, que mostraba como es obvio que la situación distributiva regresiva que instaló el presidente Milei tras la megadevaluación de diciembre del año 2023, se encaminaba a ser récord y siempre de acuerdo a datos oficiales.

En este caso, debemos el tratamiento de los datos a la Universidad de José C. Paz que nos permite acceder al gráfico que muestra de manera transparente cómo la pendiente distributiva en Argentina no para.

Es muy probable que estemos en torno a los 41 puntos de participación de los trabajadores en el ingreso, cuando conozcamos el próximo dato del tercer trimestre de este año.

Hoy mismo observamos que de los 54 puntos que dejó Cristina Fernández, y la caída en la participación que propiciaron los gobiernos de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos se ha profundizado, estamos ya en 43,4% puntos de participación de los trabajadores y está claro que vamos para mucho peor.

Eso se corresponde con los actuales niveles de pobreza que en el Conurbano promedia el 60% de la población general, pero en los jóvenes y niños menores de 18 años orilla el 75%.

Falta la estampida del desempleo, que va a llegar paulatinamente de la mano de la destrucción de la trama de Pyme con actividades vinculadas al consumo interno.

Antes del sacudón del desempleo, crecerá aún más la precarización definitiva del empleo, tanto por el lado de la sobredimensión del cuentapropismo, que los libertarios llaman emprendedurismo, como el de los trabajos informales habituales que ya impactan sobre el 43% de la Población Económicamente Activa.

La crisis de ingresos es galopante, y en general, el sueldo que ofrece el mercado formal y el que solicitan los gremios, está en línea con una canasta de pobreza para un hogar tipo.

Como es lógico dado el rigor del deterioro ya han concurrido al ágora mediática una gran cantidad de consultores que afirman que, a pesar del cruento ajuste, la imagen de Javier Gerardo Milei crece y no para de crecer.

Son consultoras libertarias aunque de inspiración netamente trotskista que curten el “Cuánto peor, mejor”.

Finalmente y para dar el tradicional psychiatric touch a la marcha del Gobierno, el personaje que engalana el sillón de Rivadavia ha decidido anular las pensiones de expresidentes y vicepresidente e incluso viudas de expresidente.

Con esta serie de delirios, el monarca (mitad mono, mitad garca) y como ya es habitual, dirige obsesivamente su mirada sobre Cristina Fernández de Kirchner cuya centralidad se refuerza cada día.

Existe una normativa por la que se otorga jubilaciones especiales a los presidentes y vicepresidente (en casi todo el mundo funciona así, son muchos millones de dólares en EE.UU).

Si hubiera garantía judicial, correspondería imputar al Psycho Killer por un acto contrario a la ley y debería, inclusive, responder con su patrimonio por los daños ocasionados. La discrecionalidad política que otorga el poder institucional tiene el límite de una norma jurídica en contrario al mismo. Se debe cambiar la norma por otra de igual jerarquía y resguardar los derechos adquiridos.

Asistimos a las tribulaciones de un tonto rey imaginario, y, como casi todo, Charly ya lo advirtió estimados lectores de PERFIL.

Música que escuché al escribir esta columna; https://youtu.be/TPds0ZRBC3Y

*Periodista.

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