La referente feminista Diana Maffía sostuvo que hubo similitudes entre la movilización educativa y el Ni Una Menos, porque ambos eventos tocaron una fibra sensible en la sociedad y generaron una respuesta masiva. “Empobrecer la educación es empobrecer algo muy identitario de Argentina», señaló en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).
Diana Maffia es una de las máximas referentes del feminismo a nivel nacional, doctora en Filosofía, directora del Observatorio de Género de la Justicia y del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, es la fundadora de la Red Argentina de Género, Ciencia, Tecnología y de la Asociación de Mujeres en Filosofía. Además, se desempeñó como defensora adjunta del pueblo, como diputada de la UCR. Y ayer se llevó adelante la marcha estudiantil más importante de la historia en reclamo del avasallamiento que el Gobierno nacional está haciendo sobre la educación pública en general.
El rector de la Universidad Nacional del Litoral te consideró doctor honoris causa en defensa de todo lo que significa la Universidad Pública y la democracia, que fue casualmente el texto de tu exposición. Así que primero, felicitaciones. Segundo, ¿qué sensaciones te dejó la mayor marcha en defensa de la educación pública?
Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Este honoris causa me da mucha alegría y orgullo por quedar ligada a esta universidad de Santa Fe, una provincia con la que tengo un vínculo académico, laboral y de apoyo político.
Marcha multitudinaria en defensa de la universidad: “No estamos dispuestos a renunciar a nuestro futuro”
Creo que es crucial reflexionar sobre la profunda conexión entre la universidad pública y la democracia, especialmente al considerar nuestro regreso a la vida democrática después de años de dictadura. Durante mi juventud, la dictadura militar marcó la mayor parte de mi vida, y vivir y estudiar bajo ese régimen autoritario me hizo valorar enormemente el proceso de democratización que debimos llevar a cabo en la universidad.
En aquellos años, las normas compartidas, el trabajo colaborativo y la construcción de una comunidad con objetivos consensuados eran fundamentales para la supervivencia de la academia y para la defensa de los valores democráticos.
La universidad desempeña un papel crucial en la formación de ciudadanos críticos y comprometidos, en la producción de conocimiento y en su difusión en la sociedad. La educación superior pública no sólo transmite conocimiento, sino que también moldea el pensamiento crítico, fomenta el diálogo y crea una comunidad comprometida con el progreso social y cultural. Es un pilar identitario de Argentina, una fuente de orgullo nacional que debemos proteger y fortalecer. Empobrecer la educación es empobrecer algo muy identitario de Argentina.
Desde jóvenes estudiantes hasta personas mayores, todos se unieron para defender la universidad pública como un bien común invaluable. La marcha no solo fue un acto de resistencia contra los recortes presupuestarios y las políticas de desfinanciamiento, sino también una afirmación de nuestra identidad colectiva y de nuestros valores democráticos.
En muchos aspectos, la marcha de ayer fue un punto de inflexión, un recordatorio poderoso de la importancia de la educación pública para el futuro de nuestra sociedad. Al igual que en la marcha «Ni Una Menos» de 2015, donde la lucha contra la violencia de género tocó una fibra sensible en toda la sociedad, la marcha de ayer resonó profundamente en todos los sectores de la sociedad argentina. Desde jóvenes estudiantes hasta personas mayores, todos se unieron en defensa de la universidad pública y en un llamado claro a preservar y fortalecer nuestro sistema educativo.
En última instancia, la marcha de ayer fue una demostración contundente de nuestra determinación colectiva para defender la educación pública como un derecho fundamental y como una piedra angular de nuestra democracia. Nos recordó que la educación no solo es una cuestión de políticas públicas, sino también de identidad nacional y de compromiso con las futuras generaciones. Tocaron una valoración identitaria de nuestra sociedad.
El discurso de las nuevas derechas y el feminismo
El lunes entrevisté a un ex agente de la CIA, Martín Gurri, quien durante 20 años se encargó de analizar los medios hispanoparlantes para informar a los presidentes sobre la percepción internacional de Estados Unidos y la política interna de otros países. En su libro «La rebelión del público», Gurri predijo el impacto del cambio tecnológico en la polarización política y el fortalecimiento de la derecha, señalando que los matrimonios están durando menos debido a una tendencia hacia la derecha en los hombres y hacia la izquierda en las mujeres. Este fenómeno se refleja en la Argentina, donde los jóvenes varones tienden a votar por la derecha, mientras que las mujeres tienen un protagonismo creciente en movimientos como la protesta universitaria. ¿Cuánto de esta nueva derecha refleja actitudes machistas y antifeministas, y cuánto puede la mujer ser una fuerza de resistencia en esta batalla cultural?
Es difícil contestar en esos términos, porque tendemos a tener un pensamiento un poquito más complejo. A la gente de Estados Unidos le encantan las simplificaciones. Para mi generación, nuestras parejas requerían afinidades políticas. Yo estoy casada hace 44 años con el mismo señor, entre otras cosas por mis afinidades. No sé si habría podido resistir con un señor de derecha mucho tiempo, así que puedo comprender esas diferencias.
Día 89: Milei y las mujeres, las mujeres y Milei
Para volver a lo contemporáneo y al objeto de tu observación, me parece que el movimiento de mujeres ha girado alrededor de determinado tipo de principios comunitarios que tienen que ver con el cuidado social. Hemos insistido muchísimo en los últimos años sobre hacer girar la política alrededor de una necesidad de toda la comunidad, que es el cuidado de esos segmentos más débiles a los que la derecha desprecia y no piensa dedicar la menor atención, porque no son productivos en los términos de sus ideas económicas.
Los niños, los ancianos y ancianas, las personas con discapacidad, justamente esas personas que les cuesta mucho más hacer un plan autónomo si no están en un contexto vincular y de cuidado, y donde creemos que el Estado tiene que intervenir, porque tiene que generar esas condiciones igualitarias allí donde las condiciones no lo son naturalmente.
Estos sectores que requieren más intervención son los que están siendo marginados, dejados de lado. Las nuevas derechas no van a salir a matar, pero dejan morir, que es una acción igualmente criminal por parte del Estado. Sencillamente se deja morir, no se atiende la salud, no se atiende la vivienda, no se atiende el trabajo en personas que están desocupadas y que no tienen inserción en el mercado, etc.
La relación de Milei con las mujeres
Las infancias también están siendo abandonadas con este desfinanciamiento de la educación. Pensemos que se ha desarmado un programa íntegro de embarazo involuntario en adolescentes, y cuando hablo de embarazo adolescente hablo de abusos y violaciones de niñas de menos de 19 años que tenían un embarazo producto de una violación. A veces ese embarazo pone en evidencia que había un vínculo sexual podía llevar años de abusos, arruinando la infancia.
El desmantelamiento de ese programa es una crueldad, es una manera de marginar justamente los lugares donde el Estado es más necesario y tiene que estar más presente. Entonces, cuando desde el feminismo promovemos políticas de cuidado, estamos en las antípodas de esta idea del abandono por parte del Estado de todos aquellos segmentos que no se pueden valer por sí mismos y no pueden generar riqueza en términos económicos.
Castañeira: «El movimiento feminista sale a la calle en contra de Milei»
Hay otros modos de riqueza que no están siendo vistos. Desde el momento en que no se valora la cultura, no se valora la investigación, no se valora la educación. Al contrario, justamente se está talando desde el pie antes de que dé frutos un árbol que debe ser sostenido, mantenido, cuidado.
Hay una polarización entre esquemas más vinculados con la solidaridad y que uno podría llamarlos «de izquierda». Llamarlos «marxistas» me parece un poco abusivo, porque podrían ser perfectamente del liberalismo social. Pero para ponerlo en los términos en que tu entrevistado lo ponía, llamémoslos así. Del otro lado, hay un segmento poco proclive a la solidaridad y al cuidado colectivo con un tipo de individualismo más egoísta, incluso naturalizando la idea de que el individuo es naturalmente egoísta.
El discurso de género en la política populista
Cuando analizamos el populismo y si Milei es considerado populista o no, surge el debate sobre si los populistas empobrecen o distribuyen la riqueza. Algunos dicen que el Presidente no es populista porque no sigue esta lógica distribucionista. En Argentina, a menudo se confunde el ascenso de la extrema derecha en el mundo con factores económicos, cuando en realidad está más relacionado con cuestiones culturales, como la oposición a lo políticamente correcto y la llamada”feminización de la política». Este último término sugiere que las actitudes consideradas femeninas, como el respeto y las buenas maneras, han influido en los líderes políticos populistas de derecha en todo el mundo, que se han opuesto a ellas. La actitud de figuras como Trump, Bolsonaro y Milei parece reflejar un cierto machismo y una nostalgia por una masculinidad más tradicional. ¿Podría entonces haber un elemento de género en la formación de las nuevas derechas, como una reacción a la pérdida de poder de la masculinidad en la sociedad contemporánea?
Estoy de acuerdo con tu análisis. Más allá de etiquetar estas sensibilidades más sociales como «feminización», se subestima lo femenino al considerarlo inferior. En el momento que se califica, hay algo del populismo que busca la creación de un «nosotros» muy marcado, que no permite matices, diálogo ni negociación. Este enfoque, presente en figuras como Milei y su protoformación política, profundiza la división entre «nosotros» y «ellos», sin espacio para perspectivas múltiples o consensos. Es decisionista, porque cuando se le pregunta qué es la casta, él dice: “lo que yo decido que es la casta”.
«Lágrimas de zurdos»: el mensaje de Javier Milei para bajarle el precio a la enorme marcha universitaria
Él, de manera decisionista, dice quiénes son los otros, los enemigos, y por lo tanto cohesiona en función de ese antagonismo. Cohesiona de manera violenta y de manera ofensiva. Yo no sé cómo diputados y diputadas de distintos bloques soportan esta ofensa sistemática. Además, esta falta de apertura al diálogo aleja cada vez más a la política de la sociedad y sus necesidades. La inactividad de la oposición y la ausencia de propuestas inspiradoras son desalentadoras para la sociedad en general.
La reciente marcha refleja la necesidad de defensa entre quienes valoramos la educación, dada la falta de liderazgos que cohesionen esta lucha. Personalmente, considero que la extensa exposición de los sindicatos fue innecesaria y narcisista, fue una búsqueda de legitimación, así como la obsoleta representación sindical y la falta de renovación y equilibrio de género. Vos mencionabas que una chica de la Federación Universitaria era la que leía el documento, y esto era completamente excepcional.
La noción de feminización refleja una concepción anticuada y de la masculinidad más rancia que rechaza la sensibilidad y emocionalidad como compatibles con la razón. Esta masculinidad tóxica presiona a los hombres a cumplir con ideales inalcanzables.
Por algo, cuando dibujan a Milei, no lo dibujan como es, lo dibujan como esperarían que fuera, como alguien musculoso, grande y fuerte. A Milei lo muestran como un superhéroe pero es gordito, chiquito y de pies pequeños. Esa necesidad de un ideal del yo, que es muy de la derecha, no coincide con las personas de carne y hueso.
Esa masculinidad creo que es muy tóxica para los propios varones. No solamente es tóxica en el vínculo con las mujeres, porque es una masculinidad violenta y depredadora. Pensemos en las metáforas sexuales usadas por los libertarios para describir la política, revelan una visión de la sexualidad como dominación y violencia, lo cual refleja una comprensión obsoleta de las dinámicas de género.
Diana Maffia: «Que las mujeres no voten le debe parecer regio al Gobierno»
Así que “feminizar” o “masculinizar” está puesto en unos términos muy anacrónicos, que por supuesto no coinciden con mucho desarrollo que ha tenido la teoría del género, no solamente en el feminismo, sino en el desarrollo de la discusión sobre formas de masculinidad que no sean tan nocivas para los propios varones.
Sobre todo los adolescentes y los jóvenes que no tienen posibilidades de un proyecto de vida que los ponga en esos lugares de fortaleza, como no sea el hacer desaparecer a quienes pueden ser testigos de esa debilidad. Entonces, si no puedo ponerme como una estatua de un héroe, al menos daño, mato, silencio a quienes pueden ser testigos de mi debilidad.
AO FM