Tras las elecciones de medio término en 2021, Jaime Duran Barba pronosticó que el próximo presidente argentino iba a ser Javier Milei. Ya había acertado bastante antes con Donald Trump y Jair Bolsonaro, cuando tampoco nadie lo creía posible. Ahora, quienes frecuentaron a Jaime Duran Barba en estas dos semanas que acaban de pasar en Argentina cuentan que dijo: “Milei no va a terminar”. Y cuando el interlocutor le pregunta: “¿Su mandato?”, él responde irónicamente: “No, el año”.
Duran Barba tiene el eco de las experiencias de su propio país porque en Ecuador hubo dos presidentes destituidos a final de siglo: casualmente el presidente que dolarizó al país, Jamil Mahuad, quien fue depuesto a los 18 meses de haber asumido, y tres años antes Abdalá Bucaram, a quien destituyó el Congreso por “incapacidad mental para gobernar” a solo siete meses de haber asumido.
Pero no solo Ecuador tiene esos antecedentes: en Brasil desde la recuperación de la democracia, dos años después que en Argentina, hubo dos impeachments, además del más reciente de Dilma Rousseff, a fin de siglo otro presidente joven, sin apoyo de partidos políticos tradicionales, que asumió criticando al establishment a quienes llamaba “marajás” (también casta, maharajá: principe hindú), Fernando Collor de Mello, después de haber alcanzado casi el 80% de aprobación fue destituido dos años después, cuando solo contaba con el 8% de aceptación. El domingo pasado, PERFIL publicó una columna del profesor Santiago Leira donde cuenta aquella experiencia y las similitudes que a su juicio comparten con las de Javier Milei (se puede leer completa en este enlace).
La Libertad Avanza es un dilema para el PRO, ahora presidido por Mauricio Macri. En sus orígenes, la candidatura de Javier Milei fue promovida y según muchos hasta financiada por Sergio Massa como una forma de dividirle los votantes a Juntos por el Cambio, cuando era una máquina que lucía invencible tras triunfar en las elecciones de medio término, en 2021. Lo que habría sido un grave error porque dividir los votos de Juntos por el Cambio podría servir para la primera vuelta pero luego se sumarían esos votos y hasta engordados en el balotaje, como terminó sucediendo.
Incluso hay quienes desde el peronismo le reclaman a Massa no haber hecho públicas las supuestas pruebas de que La Libertad Avanza en sus inicios se habría financiado con fondos del gobierno, ya que al exministro de Economía “poco le haría una mancha más al tigre” mientras que a La Libertad Avanza, de haber sido realmente así, le habría generado un significativo descrédito.
Es lógico que Macri aspire a terminar recibiendo de vuelta en el PRO los votos de La Libertad Avanza cuando la estrella de Javier Milei se opaque. Y sabiendo que todo aliado táctico de hoy termina siendo el enemigo estratégico del futuro, regule el grado de cercanía-distancia de Javier Milei para ser su alternativa. Pero sabe lo difícil que resultaría salir indemne de una eventual pérdida de popularidad del libertario porque, aunque quisiera mostrar relativa distancia en los votantes, ya cristalizó la idea de que Milei es la continuación del gobierno de Macri y él textualmente dijo que su período 2015-2019 “fue el prólogo” de este actual (ahora debe escapar de que sea el epílogo), y además Patricia Bullrich promueve directamente una fusión del PRO con La Libertad Avanza.
Paralelamente, Milei continuamente le hace “el abrazo del oso a Macri”, elogiándolo públicamente pero rechazando en silencio la incorporación de cualquier funcionario del PRO que le pudiera resultar más leal al presidente del PRO que al propio Milei. Un ejemplo es el de quien Mauricio Macri más valora como gestor y hasta se lo mencionó como eventual jefe de Gabinete de un cogobierno PRO-LLA: Guillermo Dietrich, cuyo paso como ministro de Transporte 2015-2019 fue lo más exitoso de aquel gobierno; no tiene ninguno de sus excolaboradores contratados por el gobierno de Milei.
Mauricio Macri sabe que, más allá de la dirección correcta, es fundamental contar con una gestión de calidad para poder implementar correctamente las ideas, y conoce la subvaloración que los libertarios le asignan a la gestión de lo público inmanente a su ideología anarquista-antiestado que descree siquiera de la existencia de bienes públicos. Le preocupa que las ideas que él comparte terminen fracasando por la impericia de La Libertad Avanza en su implementación.
Y también le preocupan los vaticinios de quienes dicen que si a Milei le va bien el PRO terminará siendo la Ucedé de La Libertad Avanza; y si a Milei le fuera mal, el destino del PRO sería el del Frepaso de la Alianza, que gobernó con De la Rúa, en ambos casos extinguiéndose. Siempre existe la posibilidad de que Macri logre quedarse con los votantes de Milei, que son genuinamente más cercanos ideológicamente a él que a las palomas del PRO, a los radicales y a la Coalición Cívica. Además de su propia habilidad para saber llevar a su partido por el estrecho camino de estar lo suficientemente cerca y lo suficientemente lejos de Milei, precisará que el gobierno de La Libertad Avanza no tenga éxito del todo ni fracase del todo. Que quede en la mayoría de la sociedad el deseo de avanzar en la misma dirección pero con otro timonel.
Así como para el antiperonismo todo lo que haga el peronismo es obra del kirchnerismo, y lo pronuncian con acento en la erre remarcando la aspereza que les produce su solo nombre, para el kirchnerismo todo lo que haga el antiperonismo es obra de Macri. Mutuamente se asignan omnisciencia diabólica y ni Cristina Kirchner ni Mauricio Macri son tan poderosos como les asignan sus oponentes.
Pero Mauricio Macri cuenta con ventaja, el congreso del Partido Justicialista reunido ayer apenas pudo aceptar la renuncia de Alberto Fernández como presidente del partido y acordar que habrá una conducción colegiada hasta que se definan las definitivas nuevas autoridades. Y hay quienes especulan que si finalmente se resolviera hacerlo por una verdadera elección interna, como fue hace 35 años la de Menem y Cafiero, el partido correría el riesgo de fracturarse con el kirchnerismo por un lado y el resto por otro.
Mientras que Macri logró juntar en su conducción del PRO a todas las corrientes: intendentes, gobernadores, bullrichistas y hasta las principales figuras del larretismo: María Eugenia Vidal, Diego Santilli y María Soledad Acuña, entre otros, el desafío mayor será recuperar los votantes del PRO que se fueron a La Libertad Avanza y mantener a los radicales como aliados en el Congreso y en la liga de gobernadores no peronista: una tarea digna para un equilibrista.