sábado, 23 noviembre, 2024
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Oración ecuménica por la paz, la justicia y la esperanza en Argentina

Este jueves 21 de marzo a las 19 horas se llevó a cabo en el salón principal de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) en Buenos Aires, una representativa y concurrida oración ecuménica. La misma fue convocada por esa Conferencia Episcopal en conjunto con la Comisión Ecuménica de Iglesias Cristianas en Argentina (CEICA), entidad que por 35 años ha nucleado a Iglesias Ortodoxas, Protestantes y Católica.

Bajo el contexto bíblico de las bienaventuranzas de Jesús, “Bienaventurados ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Bienaventurados ustedes los que ahora lloran, porque reirán”. (Lc. 6:21) y “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios (Mt. 5:9), se realizaron oraciones por parte de representantes de las tres confesiones cristianas. En su momento, Monseñor Oscar Ojea, presidente de la CEA, tomando como base las bienaventuranzas de los pacificadores enfatizó que nos hace falta escuchar a los vulnerables que están detrás de las palabras y ver la realidad de quienes se esconden encerrados en la violencia. Llamó a reconocer la dignidad en todo ser humano para poder construir la paz, como un bien artesanal que hacemos cada día. El obispo Ojea también exhortó a que la fe nos carga de una responsabilidad hacia los demás para buscar la paz dentro de una cultura de la indiferencia.

Encuentro Ecuménico de Oración por la Justicia, la Paz y la Esperanza

Además, en el acto se compartió una declaración conjunta C.E.A. y C.E.I.C.A. que enuncia en su primer párrafo que: “Nos encontramos peregrinando desde nuestras diferentes tradiciones cristianas el camino cuaresmal hacia la victoriosa Pascua de nuestro Señor Jesucristo. Lo hacemos nuevamente unidos en cumplimiento de su oración sacerdotal “que sean uno para que el mundo crea” (Jn. 17,21). En este sentir fraterno reafirmamos su mandato siempre renovado de amor modelado en el Hijo del hombre: “que se amen los unos a los otros como yo lo he amado” (Jn.13,34). Caminamos también siendo conscientes de que lo hacemos dentro de un clima nacional y mundial en donde parecen exaltarse dolorosas divisiones, conflictos sociales o bélicos en aumento y peligrosos discursos de odio. Nos preocupa sobremanera que muchos de estos disvalores cristianos surjan de desfiguradas hermenéuticas y distópicas referencias a la Divinidad”.

La lectura bíblica de las bienaventuranzas que enmarcaron bíblicamente el acto estuvo a cargo del Obispo Leonardo Berardo, Iglesia Nueva Apostólica. La reflexión por la familia ortodoxa estuvo a cargo de Monseñor Iosif Bosch quien sobre estos textos expresó que se dirigen a la realidad única del hombre, la curación de su naturaleza que busca subvertir los conceptos mundanos en nombre del reino de Dios. Monseñor Bosch afirmó que ese reino de Dios se contrapone a las imposiciones de este siglo y que está por encima de toda ideología. Finalizó expresando ¡Todo en Cristo, nada sin Cristo! Finalmente, la representación protestante estuvo a cargo de la pastora metodista Mariel Pons quien citó un texto de un teólogo español para estos tiempos cuaresmales. “Vivir con la Pascua como horizonte (definitivo y progresivo) es asumir con paz los restos de cuanto somos y vivimos, especialmente de todo aquello que ya no brilla, aquel fuego en estas cenizas. Es también ejercitar la fe y la esperanza para no caer en la tentación de pensar que no tuvo sentido, que no mereció la pena; y, sobre todo, que no hay pérdida que no siga habitada por la semilla de algo nuevo, algo por despuntar, por desvelarse, por vivir”. La pastora Pons también alerto que la costumbre es hija del olvido. Por eso hizo un llamado a no acostumbrarnos a normalizar las imágenes de la guerra que vemos por televisión. Llamó a mantener vivía la memoria para no caer en el olvido porque nos sustenta un Dios que es justo y misericordioso con su ternura abre sus oídos al pueblo que clama por justicia.

Encuentro Ecuménico de Oración por la Justicia, la Paz y la Esperanza

El mencionado comunicado conjunto expresa también que “En todos estos años hemos aprendido a valorar la “Unidad en la diversidad”, la riqueza del disenso, la armonía de las voces diferentes, la otredad por encima del individualismo egoísta, la fortaleza de los consensos en tiempos de conflicto y la cultura del encuentro fraterno por encima de la anticultura del desencuentro, sin mermar la Tradición a la cual cada uno es fiel. Nos reconocemos conciudadanos de un contrasistema centrado en la humanidad del Dios encarnado frente a la deshumanización del injusto y violento descarte de los débiles y vulnerables: “Porque el reino de Dios es vivir en justicia, paz y alegría por medio del Espíritu Santo” (Ro. 14,17). Es el mismo Reino de Cristo que hoy nos impele a proclamar el valor de la igualdad y la unidad en una sociedad donde todos somos hijos de Dios sin importar raza, situación social, cultural o género. Porque: “Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos ustedes son uno solo” (Gal. 3,28)”.

La concurrencia a tan significativo encuentro contó con la presencia de representantes de la comunidad Saint Egidio y un nutrido auditorio referencial del dinamismo ecuménico argentino. El acto estuvo presidido por el Presbítero Carlos White, encargado de ecumenismo y diálogo interreligioso de la CEA y miembro de la CEICA. Al finalizar el acto se tuvo tiempo de intercesiones comunitarias alternadas con el canto del Kyrie Eleyson, y luego una bendición de parte de los representantes confesionales mencionados. Antes se dio lectura al comunica de la CEA y la CEICA que finaliza con una invitación ecuménica: “Convocamos a todos nuestros hermanos y compatriotas a unirnos en oración y acción inspiradas en las bienaventuranzas de la paz y la justicia hoy tan vigentes como necesarias: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”; “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados” (Mt. 5,9; 5,6). Exhortamos a todos los argentinos a convertirnos en testigos vivientes y promotores de paz y justicia en un proceso de “cristificación” que implique una apertura e inclusión amplísimas, sobre todos hacia los que más sufren. Invitamos a nuestro pueblo a aferrarnos a la esperanza confiablemente forjada en nuestros corazones: “Esperanza que no defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado” (Ro. 5,5)”.

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