Un equipo de científicos de la Universidad de Texas, Estados Unidos, encontró restos fósiles de un desconocido y gigantesco antecesor de los cocodrilos modernos, con numerosas placas incrustadas en su piel y púas curvas a lo largo de sus flancos, que, según afirman, habitó en esa zona hace, aproximadamente, unos 215.000.00 de años.
Según explicaron los expertos en una nota publicada en la revista The Anatomical Record, decidieron bautizar al extraño animal “Garzapelta muelleri”, nombre que combina el término «Garza» del condado de Garza -donde fueron encontrados los restos-, con la palabra «pelta», que, en latín, significa «escudo».
Puntualmente, este inédito y valioso hallazgo paleontológico tuvo lugar en la Formación Cooper Canyon, que está ubicada en el noroeste de esa ciudad norteamericana, y entre los restos desenterrados de este gigantesco y milenario animal que medía 16 metros de largo y tenía sus robustas extremidades totalmente cubiertas por placas óseas que utilizaba para protegerse de sus enemigos, se encontraba una gran parte del caparazón dorsal o armadura de la espalda de la criatura.
«Tenemos elementos desde la parte posterior del cuello y la región de los hombros hasta la punta de la cola, Normalmente, el material es muy limitado». comentó, a través de un comunicado, William Reves, estudiante de doctorado de la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos.
“El fósil se destaca entre los aetosaurios conocidos gracias a una variedad de características únicas, incluida una combinación de placas óseas nunca antes vista. Sin embargo, todavía no pudimos determinar con exactitud dónde se ubicaba en el árbol genealógico de los cocodrilos esta especie muy poco conocida hasta el presente”, agregó el principal autor del hallazgo.
Cabe señalar que los etosaurios gobernaron la Tierra durante el Triásico tardío – hace unos 237.000.000 a 201.000.000 de años-, y que, a excepción de la Antártida y de Australia, habitaron en todos los continentes. En tanto que, a diferencia de los cocodrilos modernos, que son estrictamente carnívoros, los etosaurios eran fundamentalmente omnívoros.