Este domingo es Día de la Madre y a los tucumanos, en especial el pueblo de Atlético Tucumán, se les viene a la mente un recuerdo particular que vivió un ídolo del club, como Luis Miguel el Pulga Rodríguez y su mamá, tras conseguir la gloría con el Decano.
Simoca, junio de 2009. «¿Qué significa este reconocimiento, acá en tu pueblo, con Atlético en Primera?», indaga un periodista, que seguía la inigualable caravana que provocó el ascenso de Atlético Tucumán a Primera División .
«¡Mami! ¡Mami! Mami, no llorés, mami», atina a responder el ídolo Decano. Su respuesta no tiene nada que ver con la pregunta del periodista, sino con la irrupción de su mamá, la mamá de El Pulga Rodríguez alcanza el colectivo, buscando abrazar a su hijo, goleador y gran figura de aquel plantel que comandaba Héctor «Chulo» Rivoira.
«Te quiero mucho», dice emocionada la madre del simoqueño. «¿Y Pulga? ¿Y Pulga?», interrumpe el por entonces joven delantero, en búsqueda de su hermano mayor.
«Gracias mi’hijito querido», dice ella, sin poder esconder las lágrimas. Y ahí llega el suplicio de Luis Miguel; el que habla es el hijo, no es la estrella.
«Mami, no llorés. No me puedo ir así, mamá. No me puedo ir así, ponete bien mami», expresa PR7, entre besos y abrazos.
Este especial momento quedó grabado en la memoria de todos los Decanos y tucumanos, que quedaron marcados por el emotivo reencuentro entre la gloria de Atlético y su mamá.